Capítulo 119: Mejillas rosadas

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Lucía como si estuviera dormida. Tranquila. Apacible. Totalmente blanda sobre la cama.

Sus mejillas rosadas. Su pecho alzándose y vaciándose.

A cada segundo daba la hermosa, esperanzadora y cálida sensación de que no tardaría en despertar. Una ilusión que resultaba terriblemente cruel, con cada instante en que eso no sucedía.

—No reaccionará.

Marizan ya había dicho esas palabras. Las dijo en cuanto vio a la pequeña niña. Las repitió en cuanto le preguntaron qué podrían hacer. Cuando les indicó que la dejaran en un dormitorio del piso superior, lo dijo de nuevo.

Las palabras ya estaban dichas y, aún así, el grupo entero seguía en torno a la cama, esperando algo que no sucedería.

—No va a despertar —volvió a decir la reina— En verdad lo lamento. Lo lamento todo. Ella ya no está aquí, esto no es ella. Prolico la tiene... y con su poder puede hacer lo que quiera a partir de ahora. Se avecinan cosas grandes chicos, tenemos que ser fuertes para enfrentarlas.

—¿La dejaremos morir?, ¿Solo así? —gruñó Susan— Ella estaba sola en esa playa por nosotros. ¡Le juré que era seguro! ¿Cómo se supone que terminó en ese pueblo en llamas?

—No lo sé... yo... —Marizan intentó hacer memoria de todo lo que Victoria había dicho y ella se había negado a escuchar—. Apareció aquí de la nada, le pedí que se apartara para que los reyes no sospecharan de su presencia. Quizá debí haberla escuchado... asegurarme de que estuviera protegida... Murmuraba cosas sobre Nicko, sobre que podía estar en peligro.

—Nicko —bufó Mariano sin disimular particularmente su rabia—. Yo sabía que ese chico le traería problemas. Se lo dije. No me fío de él.

—Victoria debió correr a ayudar en cuanto vio el fuego —concluyó Cindie sin más—. Siempre fue así de estúpidamente abnegada. ¡Y ahora nos condenó a todos!

Quizá ella tenía razón, pero recibió por parte de todo el grupo una intensa mirada de reproche. Susan jamás la había odiado tanto como en ese momento.

—¡Tú insististe en dejarla sola allí! ¡Tú no la querías en tu camino! —La princesa de Aqua se puso en pie de un brinco, amenazante— Atrévete a decir algo en su contra y te parto la cara. ¡Perra!

—¡Ella ya partió mi maldita cara! ¿O acaso no recuerdas? ¡Tú querida amiga quiso matarte! ¡Quiso matarnos a todos! ¿Qué crees que hubiera pasado si la llevábamos en ese barco? Si nos atacaban y tenía otro de sus impulsos.

Tan pronto esa frase acabó ya había un puño rápido trazando un arco en el aire.

—¡Susan!

La princesa solo se detuvo porque la voz que la llamaba era la de Clara. Dejó su golpe casi en el aire, y se volvió a ella, con el rostro apretado de rabia. Cuando habló, fue casi escupiendo las palabras sobre el rostro de su amiga: —¿Vas a defenderla ahora? ¿Acaso no ves...?

—Victoria no querría esto —se apresuró a responder Clara—. Ella nos unía. Ella querría que enfrentemos juntos a Prolico. Si tenemos una manera de recuperar su espíritu, esa debe ser peleando como equipo.

En esta ocasión Susan paró en seco, bajando por completo el puño que mantenía amenazante. Cindie rió un poco, con burla, pero Susan se obligó a dejarlo pasar.

La princesa de Aqua se apartó del grupo, solo lo suficiente para que el ángulo le impidiera ver el rostro vacío de su mejor amiga. Se recostó sobre una pared, buscando parecer relajada, intentando que el grupo apartara la mirada de ella.

—¿Qué sucederá a partir de ahora? —cuestionó Mariano, para romper la tensión— ¿Tenemos un plan a seguir?

En esta ocasión, Marizan volvió a ser el centro de atención. Era su momento de tomar la delantera y actuar como una verdadera reina. Había llegado la ocasión a la que temía; debía cumplir su palabra y comandar los ejércitos de Noctis por la salvación de todo Porren.

—Solo tenemos una esperanza ahora. En este momento los reyes comienzan a organizar sus fuerzas en el palacio del reino Sol. Habrá una batalla. Prolico arrojará todo su poder para llegar a la esfera de la luna. Estará oculta en el centro mismo del palacio y si el enemigo logra llegar a ella... está será la primer Gran Batalla de la nueva Guerra Blanca.

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