Capítulo 25: Llamada de alerta

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La llamada de alerta llegó temprano a la mañana. Victoria aún dormía pero considerando sus normales costumbres de fin de semana, pudo ser varias horas más tarde e igual seguiría durmiendo.

La chica deslizó apenas la mano por la cama para coger su teléfono, el cual no dejaba de sonar. Era una de sus canciones favoritas, por lo que le dio algo de pena atender antes de cantar el estribillo. Si lo hizo fue por ese vago presentimiento que latía en su pecho: Algo iba mal.

Si bien las palabras de su mejor amiga al teléfono no le indicaron eso precisamente si lo hizo su voz. Susan estaba asustada como pocas veces Victoria le había escuchado.

-Estoy en la puerta de tu casa. -Le indicó ésta, demandante - Sal ahora.

- ¿Qué? Pero... - Victoria volvió los ojos a su ventana - ¿Qué hora es? Siquiera ha salido el sol.

Para Susan pocas cosas eran importantes en la vida. Quizá algún partido de su equipo de fútbol y poco más. Importante sería quizá... cuando planeó aquella gran fiesta sorpresa en el cumpleaños de Victoria. Considerando que no había partido ni fiesta aquello que le preocupaba debía ser realmente grave.

La humana salió de su cama y, al tiempo que se quitaba el pijama por la cabeza, saltaba dentro de sus pantalones. A su vez, mientras saltaba enfundaba en sus pies un par de medias y caía dentro de sus zapatos.

Estuvo lista en un tiempo récord. Garabateó una nota rápida a sus padres y salió de la casa sin hacer ruido.

Susan le esperaba fuera, sentada en el suelo y jugando con su perro. De alguna manera había cruzado el portón para entrar en su patio pero, dadas las circunstancias a Victoria no le sorprendía en absoluto.

No se dijeron buenos días, no había tiempo para eso. El asunto fue simple. La princesa de Aqua corrió hacia su amiga, sujetó su mano e hizo lo que la reina Marizan llevaba semanas enseñándoles. Era un hechizo difícil que requería de una enorme concentración. Pudieron salir mal muchas cosas, pero en casos extremos medidas extremas.

Susan no lo dudó y en un abrir y cerrar de ojos ambas chicas desaparecieron sin dejar rastro, siendo el único testigo el confundido perro de Victoria.

Cada una salió disparada hacia un sitio diferente. Victoria aterrizó contra la puerta del gran salón tras dar dos vueltas en el suelo. Susan, en cambio, fue a parar justo al centro del cuarto, el lugar que originalmente había planeado para su arribo. Cayó sentada en el suelo, empujada con violencia por las grandes corrientes de energía que había necesitado para ese viaje.

El rey de Vitae se hallaba allí esperándolas pero, sorprendentemente, no les dirigió una sonrisa de buenos días. No traía el mismo aspecto formal y cuidado de cada día. Había cambiado su tradicional traje verde oscuro con un salto de cama y llevaba el cabello castaño claro extremadamente despeinado. Ambas cosas no eran extrañas pues, al igual que las chicas, acababa de levantarse. La mayor y principal diferencia era que Victoria y Susan estaban en completo estado de actividad y alerta pese al horario mientras Tray Nor parecía ensimismado en su pánico.

El tiempo que las chicas se tomaron para recomponerse del viaje el rey permaneció en completo silencio para luego largar la noticia sin previa meditación.

-Lucía está desaparecida -dijo en voz alta- Fui a verla en la mañana para ver si estaba bien. No está en su habitación. Hice examinar cada rincón del castillo y no aparece. Tampoco hay muestras de un ataque. Simplemente se esfumó... como si nada.

-Luci... -Victoria y Susan se miraron mutuamente. Si aún permanecían cansadas por madrugar o mareadas por el viaje olvidaron de golpe ambas cosas para pasar a sentir solo miedo.

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