Capítulo 4: Años luz

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Victoria removía entre los dedos el collar que colgaba de su cuello. Si se concentraba, y lo ajustaba en su mano, creía poder sentirlo palpitar, como un segundo corazón. Apoyada sobre la baranda del balcón miraba hacia abajo, hacia el amplio paisaje que se extendía ante sus ojos.

«Realmente es otro mundo -se repetía una y otra vez- Realmente es otro cielo. Realmente estoy a millones de años luz de mi casa en este momento»

Había escuchado con atención cada detalle en la historia de Marizan, encontrando las conexiones entre aquel tiempo y el presente. Tenía sentido. Todo. Incluso que en aquel mundo la raza de los reyes fuese capaz de hacer magia. Para ella, que había pasado la vida entera creyendo en la posibilidad de que hadas vivieran en los arbustos de su casa, aquello era algún tipo de confirmación de que tenía la razón. Había visto suficiente para creer que era cierto, todo existía y estaba allí, tan tangible y real como ella.

Marizan y Cindie eran esas hermanas, hijas de Arcos, que la tal Amars había intentado asesinar, la reina fantasma era Jansea y el collar que Victoria llevaba al cuello era un trozo de esa gema a la que su vida estaba ligada.

-¿Es suficientemente importante... la razón por la que te dejé plantada? -Mariano apareció detrás de Victoria y se apoyó en la baranda a su lado. Susan se sentó directamente sobre la baranda, equilibrando su cuerpo a 20 metros del suelo, era algo que tenía tendencia a hacer por lo que nadie se puso nervioso.

-¿Cómo pasó? -Victoria no soportó sus ganas de hacer la siguiente pregunta, no podía evitar la sensación de que sus amigos le habían escondido cosas, quizá desde hacía años- No llego a entenderlo ¿Qué hacían todos en el parque frente a tu casa?

-Esta mañana nos llegó una carta de nuestros padres biológicos, los reyes de Porren- Susan ríe- Jamás pensé que podría decir una cosa así.

-Luego una visita de Marizan, ella nos reunió a todos en el parque para poder preparar un hechizo de transporte- Mariano hace una mueca al acabar de hablar- No niego que suena extraño.

-Quien pensaría, Sus, que luego de tantos años diciendo a tu madre: No soy una princesa. Resultarías si serlo- Victoria rio- ¿Qué se siente, magnificencia?

-Aun no cabo de captarlo. Aun así, Vick, luego de tantos años diciendo: No soy una entrometida. Hoy queda claro que mentías y ha acabado por servirte de algo.

-Suerte que ha sido así -por la espalda de la chica apareció Lucia, quien se enrolló a su amiga dándole un abrazo por la espalda- ¿Quién cree en la magia más que tú?

-¿Yo, quizá? -Mariano alzó una mano- Pasé mi vida con ella, acabó por convencerme. Y tuvo razón.

-Siempre la tengo -rio Victoria- Solo falta averiguar si en este mundo existen los vampiros.

Lucía pareció emocionada y se apartó de su amiga pensando en vampiros, hombres lobo e historias de amor con mortales.

-No existen -la reina Marizan parecía pequeña junto al grupo, delgada y joven, demasiado para tener un trozo del mundo a su protección y servicio- Son solo invenciones humanas. Aquí en Porren hay monstruos que comen sangre, pero dudo que quieran casarse con alguno. Si les da ánimo, creo que con el tiempo irán descubriendo que tenemos seres mucho más... interesantes... que los hombres lobo.

Junto a la reina estaba su hermana Cindie, ambas de cabello oscuro y ojos azules, habían estado platicando adentro un rato, sobre el pasado, el futuro, el mundo, los mundos. Y especialmente sobre magia.

El último del grupo era Carlos, quien se mantenía apartado, con los brazos cruzados sobre el pecho. Seguía apegado a pensar que estaba dentro de un sueño extremadamente extraño y/o internado en un psiquiátrico.

IncontrolableWhere stories live. Discover now