Capítulo 19: Pesadilla

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Me gustaría poder explicarte qué se siente pero, lamentablemente, tengo que dejar el tema a tu propia interpretación. Un ente negativo no produce sonidos, sensaciones, olores, ni nada, nada en absoluto. Ellos se limitan a entrar en tu cabeza y hacerte pensar que sientes algo. Hacen un mix retorcido y oscuro con escenas que habitan en tu mente y memoria. Tus peores experiencias, escenas difuminadas de tus propias pesadillas, voces y sonidos de tu vida transformados en armas contra ti mismo. Siquiera puedo definir el frío como algo propio de su presencia. Si eres de esas personas que prefieren el invierno, quizá ante ti un Fransturnio elegiría obligarte a sentir calor, un calor lo suficientemente intenso para que tuvieras una perspectiva muy cercana a la realidad de cómo se siente morir calcinado.

Lo primero que Victoria percibió fue un golpeteo intenso que identificó de inmediato: Un hacha golpeando con potencia el tronco de un árbol a sus espaldas. Cada nuevo golpe aumentaba en intensidad, haciéndola sobresaltar. Sentía también la vibración de una motosierra, sonidos de ramas quebrándose, árboles cayendo y luego un grito. Un grito conocido que la trasladó a un mal recuerdo.

Quiso gritar, dar media vuelta y corren en ayuda de quien había sido herido. Lo hizo; o pensó que lo había hecho. Sus amigos ya no estaban, solo el bosque vacío, los árboles que había escuchado caer desmoronados, y la sangre de alguien que ya no estaba.

Corrió en esa dirección. Era incapaz de recordar como había acabado en esa situación, su cabeza solo le insistía, una vez tras otra con que debía ayudar al herido.

Fue entonces cuando vio como las ramas de un árbol caído comenzaron a removerse. De alguna manera sabía lo que sucedería porque dio un paso atrás. De las ramas surgió una criatura, un monstruo que ya la había perseguido en una pesadilla e, igual que en aquella ocasión se lanzó a correr hacia ella.

Ella corrió por el paraje desolado de ramas muertas. El monstruo la perseguía. Al final acabaría atrapándola pues en la pesadilla ya la había atrapado.

«No se lo permitas, Vick ―era la voz de Jansea, en su cabeza. La chica la sintió como un murmullo, algo poco más fuerte que la propia briza―. Vick, esto no es real. Tienes que ser fuerte. Ellos te necesitan».

Sabía que el monstruo corría en cuatro patas tras ella pero se detuvo en seco y dio media vuelta. La criatura la empujó al suelo, derribándola con sus grandes patas, pero esta vez ella no cerró los ojos.

Pudo ver mientras caía como el monstruo que la atacaba se volvía niebla y se deshacía en el aire junto con cada vestigio de la ilusión. Cayó rodando por el suelo. El suelo real de la isla de Nox.

Para su infortunio: La realidad era peor que la pesadilla

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