Capítulo 52: Una idea para nada alentadora

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Victoria se alegró de poder formar parte de la ronda informativa por una vez. Desde el día de la tormenta, cuando casi electrocutó a la reina del Sol por error, ninguno de los reyes se había presentado ante ella. Ya no debía preocuparse por los constantes ataques de Serna, las miradas de asco de la reina de Aqua, el sentimiento de inferioridad que le producía mirar a los reyes de Ignis, el constante reproche del Rey de Aer. Sólo estaba Marizan, ella que nunca le había juzgado por quién era, ni por lo qué era. Y a Victoria le agradaba esa sensación, le ayudaba a sentirse parte del mundo de Porren.

A su vez, resultaba extraño, pues permanecía la preocupación latente de que esa sensación no duraría para siempre. En algún punto, hasta la reina de Noctis había cambiado la manera en que la miraba. Nunca transmitía lo que los otros, sus ojos no mostraban asco ni desagrado sino, muy por el contrario, una inmensa preocupación. Más que nunca, Marizan parecía cargar con la necesidad de cuidar de la humana y eso era algo que expresaba con la suavidad de sus ojos.

La reina señalaba un punto fijo en un mapa, de vez en vez, se volvía a Victoria, examinaba sus reacciones.

—Un espíritu lo custodia —estaba diciendo—. La energía de una antigua reina de Aer, pero con los recientes acontecimientos... Los reyes no creen que eso sea protección suficiente. No podemos correr riesgos. El problema recae en que la reina no quiere hechizos ajenos en su territorio, he intentado convencerle, dice que resulta una falta de respeto, que significa que estamos poniendo en duda su capacidad.

—¿Por qué los reyes son así de tercos? —reclamó Susan, ligeramente echada hacia atrás sobre su silla. Clara, que estaba sentada a su lado, frunció el ceño al oírle hablar—. ¿Y por qué encierran sus espíritus en sitios? ¿Cómo funciona eso? ¿Son fantasmas que no cumplieron sus pendientes durante la vida? ¿O qué?

—No tiene por qué haber un pendiente. Un rey puede unir su espíritu al sitio en que se encuentra al morir. Muchas veces lo hacen por devoción a su gente, para mantener protegido algo que quieren que perdure, otras veces, como en el caso del rey de la guerra, es por orgullo a su propio nombre. La tercera opción, la que se dio en el caso de la reina Vinia... es diferente. Sucedió hace mucho tiempo, una historia triste. Ella fue corrompida por el dolor y su alma se ató a ese sitio en contra de su voluntad. No es un lindo lugar, para nada, resulta difícil saber qué es real si no tienes los pies con firmeza sobre la tierra.

—¿Y es allí a donde debemos ir? —cuestionó Lucía, esperando que alguien compartiera su miedo pues, si bien Marizan les daba información a medias y cortada, no sonaba agradable.

Con interés, Mariano se reclinó hacia adelante, observó el mapa que la reina señalaba.

—Prolico puede escapar de los hechizos ilusorios con facilidad —dijo, adelantándose a la respuesta de Marizan— Puede llegar al cristal de ilusión sin problemas y, si Vinia negará las salvaguardas, ese no es un sitio seguro. Debemos llegar al cristal, arrebatárselo al espíritu y traerlo, para que lo reyes busquen la manera de tenerlo a salvo.

La suprema gobernante de Noctis le mostró una amplia sonrisa, llena de orgullo y cariño.

—Es la mentalidad de un Rey de Aer —aseguró— Ingeniosa y precavida. Eso, es exactamente lo que deben hacer. Y sé que pueden hacerlo, siempre y cuando se mantengan juntos, ese lugar no será un reto.

—Mantenernos juntos tiende a ser el problema —rió Carlos con suficiencia, a la vez que dirigía a sus compañeros una mirada burlona de ligera desconfianza—. Pero tarde o temprano tendrá que resultar, supongo. Espero que ciertas personas hayan madurado luego de las experiencias poco afortunadas que tuvimos con los reptiles escupe fuego.

Ganó varias miradas de profundo desprecio pero esto no hizo mucho más que causarle gracia. Notó la mirada de Lucía sobre la suya por un segundo, sintió su enfado y ese reproche de niñita perfecta con el que siempre solía mirarle, y se convenció a sí mismo de que no podría importarle menos.

—Chicos... —murmuró Marizan con cuidado— Lugares como el Templo de la Reina Muerta se alimentan de sus tensiones y...

—¿Él templo de qué? —le interrumpió Clara— ¿Por qué hasta ahora nos habíamos referido a ese sitio como "la plaza central de una bonita ciudad de Aer" y no como "El Templo de la Reina Muerta", estoy plenamente segura de que eso es un dato importante.

El comentario hizo a Susan sonreír, sonreír le hizo sentirse tonta, y ese sentimiento fue lo que causó que se mantuviera callada.

—Supongo que es fácil de deducir —dijo Victoria— Empezar la conversación con la expresión "Tienen que ir al Templo de la reina muerta a robarle su cristal de ilusión" no es una idea para nada alentadora. 

IncontrolableWhere stories live. Discover now