Capítulo 122: Vuelve

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Prolico se dejó caer de rodillas al suelo. Admirando su creación. Sentía el corazón latir como nunca. Nunca jamás en su vida.

Había seguido el libro de hechizos al pie de la letra. Nada podía fallar.

Una vasija de casi un metro de diámetro ocupaba el centro de la habitación. Negra. Cubierta de cientos de runas y símbolos en idiomas mágicos de antaño. Dentro de ella, el agua del núcleo blanco burbujeaba, energética. La magia concentrada allí destellaba mientras era calentada por el poder infinito de la llama de los dragones. Las flores de la hierba Relco danzaban, flotando sobre la superficie burbujeante. Su tono morado había teñido el agua, mientras ellas ahora lucían intensamente negras.

Haces de luz blanca nacían de aquel líquido en ebullición. Se concentraban a algunos centímetros por encima de la superficie, donde convergían sobre la gema del anillo del rey de la guerra, la cual flotaba sobre la vasija. Mientras tanto, el cristal de ilusión había creado una atmosfera densa de neblina que envolvía toda la estructura, formando aureolas luminosas.

—Es el momento —dijo Prolico. Tenía la garganta tan cerrada que las palabras apenas salían— Ahora, Carmín. Querida. Haz tu parte. Termina con todo esto.

Nunca había habido tanto poder dentro de la princesa del Sol. Nunca se había sentido tan grande, y nada habría sido capaz de detenerla en aquel momento. Por fin se haría realidad todo por lo que había luchado.

Tenía entre sus manos la última pieza: La esfera de la luna.

Dentro de esta, los habituales remolinos de bruma que permitían a los reyes de Noctis hablar con los espíritus estaban enloquesidos, se movían de un lado al otro con la ferocidad de una tormenta.

Carmín se acercó lentamente al centro de la habitación. Avanzaba decidida hacia donde se unía cada objeto que habían recopilado los últimos meses, a la vez que mascullaba hechizos e invocaciones por lo bajo.

—Princesa Amars de Noctis —repetía una vez tras otra— Llamo a tu alma y a la luz de la luna. Energía que te guarda. Yo te llamo.

Junto con sus pasos y sus palabras, la esfera de la luna comenzó a calentarse y a brillar con más intensidad.

—¡Llamo a tu alma y a la luz de la luna! Energía que te guarda.

Carmín soltó la esfera, colocándola exactamente sobre la vasija y sin dejar de pronunciar su hechizo ni por un minuto. La esfera no cayó, permaneció levitando, inestable.

—Te otorgo el poder de todo Porren. Este mundo te perdona. Vuelve. Tu alma es libre de tu cárcel incorpórea. Vuelve.

Prolico se puso en pie, maravillado por la imagen frente a él. Tenía los ojos llorosos y enrojecidos. Quizá por mirar tan fijamente una escena tan brillante... pero más probablemente, por todo el tiempo que había estado esperando ese momento. Años interminables, noches en vela.

Alzó las manos ante su cuerpo, primero blandas, débiles, luego con más decisión y voluntad. Comenzó a sentirlo. Sintió su peso justo allí, entre sus brazos, volviéndose corpóreo a la vez que las luces del hechizo combinado se perdían en el aire.

Lo sintió. Sintió su corazón palpitante, el de ella, la mujer que amaba. Acelerado, sobre su pecho. Sintió su piel, su cabello.

Cerró los ojos. La abrazó.

La luz de la habitación desapareció totalmente. Pero Prolico no necesitaba verla para saber que era ella. Su hermosa Amars, regresándole el abrazo con la necesidad de años de distancia.

La antigua princesa de Noctis estaba de vuelta.  


Fin de la primera parte

--> La historia sigue en Ingobernable (Incontrolable II)

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