AMY

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AMY.

Cancelación de la Pijamada.

La música se me entraba por los oídos y ni siquiera le daba acorde a lo que sucedía a mí alrededor. Mis ojos escaneaban mi ambiente al que no le daba un sentido congruente a lo que pasaba.

Mi estado: Todo me valía mierda.  

Me golpeaba la palma de mi mano derecha con la parte trasera de mi celular y todo eso era una provocación de una explosión de diferentes sentimientos por dentro de mí.

Lo más que hice el día de hoy fue tragar saliva como si yo fuese un puto buey con años de no beber un trago de líquido. Ya me había tomado varios vasos de jugo en conjunto con alcohol, sin embargo, lo único que no quiero es beber algún tipo de ron hasta lograr embriagarme como una perra.

˂˂Ese hijo de puta no se merece ni siquiera que me dé un trago de agua pensando en él˃˃

Rompí mi juramento de no hacerlo ya que apenas cruzó el chico que atendía el bar donde estaba se lo pedí:

—Dame una botella de vodka, por favor.

Él se me quedó mirando raro por unos segundos, normal, de seguro creía que no iba a poder pagarla o que yo estaba completamente ebria. Y créanme que parecía estarlo.

Rodé los ojos y metí mi mano dentro del bolso que traje. Saqué un montón de dólares que sin duda me daría para pagar cuatros malditas botellas más y de esa forma pude quitarle esa cara de estúpido al idiota que me quedaba en frente.

—¿Ahora sí me la das? —la sonrisa que coloqué en mi cara en el momento que pregunté dejaba ver la claridad de mi egoísmo y lo burlona que fui.

—Claro, señorita, deme un segundo que ya se la traigo —optó por decir él con la voz tambaleante y se marchó en el pasillo derecho, suponiendo que fue en busca de lo que le pedí.

Dejé todos los dólares que saqué de un puñado de mi bolso en el mostrador que nos apartaba. No volví a observar si tenía más dinero, sin embargo, sabía que sí. Encima, si no tengo en el bolso, en el carro tengo de reserva.

—Hola, preciosa… —intenté no soltar un resoplido de hastío y tampoco no colocar una cara de asco para que Faustino no me vea y note que me tiene cansada.

Ni siquiera sabría cómo demonios gemiría su nombre. “Oh, Faustino, oh”. No, qué asco. Al parecer ese nombre fue puesto por su tatarabuelo, se escuchaba como de la época precolombina e histórica. Eso me daba más asco.

—Hola —le devolví el saludo, volteando la cabeza e implantando una sonrisa lo suficientemente fingida en la cara.

—Aquí te he traído un vaso de refresco con un poquitín de alcohol —intentó sonar divertido con lo que soltó de su boca pero yo no le encontré nada burlón. Opté por seguir riendo.

Agarré lo que me extendió.

—Gracias —murmuré, dándome un trago al apenas tomar el baso y escuchar la palabra alcohol.  

—A ti por salir conmigo.

Yo creía que los hombres habían cambiado un poco, pero no, este en vez de ser un hombre parece que lo hicieron con genes de mujer fresa y primorosa. No aguantaba la manera tan educada y fina que hablaba. Era patético, a decir verdad, pero se respetaba.

Faustino caminaba medio irguiéndose a los lados, siempre tenía un dedo rozando sus labios y el otro brazo cruzado. Sus labios son mucho más rosas que los míos y sus gesticulaciones me han dejado pensar otra cosa apenas lo vi caminar a mi dirección cuando llegué.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Where stories live. Discover now