Epílogo

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Narrador

Un año después...

—¿Quieres que te folle aquí mismo, eh? —la toma sorpresiva de un joven de veintitrés años hacia su novio de veintiuno, lo hizo sonreír.

—Deja de molestar, tarado. Estoy en trabajo —masculló su pareja, rodando los ojos pero aún así gustandole lo que le hacía y la manera en la que le hablaba.

—Así vestido de enfermero me pones muy duro, ven sientelo —el más masculino de la relación tomó la parte de su miembro masculino por encima del pantalón, haciendo que se note mucho más el bulto entre sus piernas.

—Deja de molestar, estoy atendiendo a la paciente —el chico intentó apartar a su novio dándole leve manotazos para que se alejara, pues ya este se hallaba acorralado en la pared.

Su novio miró a la persona que se encontraba en la cama, acostada y llena de aparatos en su cuerpo. Hasta en su boca tenía un tubo, y según el médico era para ingerirle comida.

El chico dio una leve sonrisa apenada. Pensaba en que era una chica muy linda para estar postrada en una cama. No sabia nada de ella, su novio nunca le había hablado y de hecho, hasta ahora la había visto.

—¿No que está en coma? —preguntó el chico, viendo a su novio a los ojos e intentando saber si no se había equivocado, pues antes de entrar él le había dicho que atendería una paciente que llevaba un año en coma.

—Sí —contestó —, apártate. En la casa hacemos lo que quieras.

—¿Seguro? —su pareja dio una sonrisa perversa, bajando sus manos hacia su trasero.

—Ya, apártate —río. Su novio no lo dejó, provocando una batalla juvenil, romántica y divertida entre ellos dos.

Sin embargo, el novio del enfermero, miró por impulso hacia el cuerpo de la chica en la camilla y su corazón recibió un salto cuando observó los dedos de su mano moverse lentamente.

—Se está moviendo —expuso, sorprendido.

—No bromees con eso —indicó el enfermero, un poco más serio.

—Mira, no bromeo —el chico le hizo caso a su novio y cuando observó, abrió los ojos de la sorpresa.

Era cierto.

—Por Dios —musitó, y esta vez más sorprendido porque la chica abrió los ojos —. ¡Llama a los médicos de la sala catorce!, ¡rápido!

El novio del enfermero, que realmente trabajaba en un centro comercial pero que ya sabía muchas cosas hospitalarias porque llevaba más de tres años con su novio que amaba la medicina y que hacía dos años con varios meses empezó a trabajar en un hospital, fue directo hacia la sala que su pareja lo mandó. Llamó a los doctores y estos fueron corriendo hacia donde la chica.

Los médicos con experiencia y entrenamiento entraron. El enfermero salió junto con su novio, asombrado y feliz por la chica. 

Ambos se pegaron al cristal que dejaba ver todo lo de la habitación, y allí eran donde atendían a la chica.

—¿Quién es ella? —preguntó el novio del enfermero.

—Audrey Mendoza —respondió, en un suspiro, sin dejar de mirarla.

—¿Llevaba mucho tiempo en coma?

—Sí —absorbió aire —, un año y tres meses.

—¿Y no tiene amigos que se comuniquen con ella?

—Tenía —corroboró el enfermero —. La última dejó de venir hace dos meses más o menos. Se llamana Amy, creo.

—Seguro se pondrá contenta cuando le diga que su amiga está despierta.

—Creo que sus padres se la llevaron a México —ambos novios se miraron por unos segundos —. Escuché una vez, mientras le preparaba el suero, que Amy, una rubia, se intentó suicidar dos veces y cayó en la depresión. Sus padres se la llevaron.

—Joder —musitó el otro joven, anonado.

—Hubo otra que se llamaba Eli. Esa se mudó de la ciudad con su madre porque igual quedó mal y una chica que no recuerdo el nombre, solo sé que su cabello era un afro, y usaba lentes, ella se tuvo que ir de la ciudad porque su mamá se dio cuenta que le gustaban las chicas —confesó.

—Eres muy chismoso, eh —su novio le dio una media sonrisa.

—Me da mucha pena —reconoció —. También vinieron varios chicos. ¡Ah, los strippers!, ¿no te acuerdas quiénes son? Los SexysSweet.

—Recuerdo el nombre más o menos... —dio a entender su pareja —¿Y los padres de ella?

—El padre de ella fue encontrado muerto en el club donde trabajaba —contestó, con un poco de tristeza. No sé trataba de él y aún así se sentía triste —. Se suicidó siete meses después de que su hija cayó aquí.

—¿Y su madre?

—Su mamá es la que le dicen la loca de la ciudad —el novio del enfermero había escuchado ese sobrenombre dirigido a alguien, pero no lo recordaba. Era muy olvidadizo —. Es esa mujer que quedó loca y aún vaga por las calles, desamparada y llamando el nombre de Audrey. Se dice que ha tenido hijos y los ha botado, es que ha sido abusada múltiples veces.

—Dios, la gente me da tanto asco —gruñó el joven, con un poco de enojo y mucha pena.

—Su hermana intentó ayudarla llevándola a un psiquiátrico pero se escapó muchas veces.

—¿Y ella no tiene novio, pareja o algo así?

—Sí —afirmó, asintiendo lentamente.

—¿Y se sabe dónde está?

El enfermero tragó saliva, se relamió los labios y en ningún momento dejó de ver por el cristal, mientras respondía:

—Su novio era un stripper. Se llama Deniel Dael, y hoy en día está sentenciado a cuarenta años de prisión por el cruel secuestro y asesinato a su tía Magdalena Scott, y a uno de los hombres que le disparó a su novia.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora