Capítulo 59

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Capítulo 59

Narra Azael

—Si quieres yo me voy —miraba hacia el techo cuando le hice la propuesta a Amy, cosa que no me gustaba porque quería ir y bajar a darle la cara sus padres como el hombre con grandes huevos entre las piernas.

Ella se quedó en silencio por uno segundo, después de anoche no volvió a decir más nada que un “Buenas madrugadas, Azael”. Yo no pude dormir nada en absoluto, estuve toda la noche mirando hacia cualquier lugar perdido enojado conmigo mismo, tal vez y le causaba un problema a la rubia, eso era lo que más me atormentaba.

Ella ya era mayor de edad, tenía veinte años, era consiente y completamente legal para mí.

—¿Rubia? —la llamé, en voz baja y volteándome a su dirección para verla a ella mirando hacia el techo igual a como yo me encontraba antes, desconcertada —Amy —repetí, en un volumen más alto.

—¿Qué pasa, Azael? —escarbó ella con sus palabras, sin dejar de mirar al techo, o más bien el abanico que daba vueltas encima de nosotros.

—Que si quieres me voy —dije en un murmuro intentando sonar en un tono normal pero ella, esa rubia hermosa me había cambiado todo de mí, tanto que podría decir que temía lo que suceda con los dos —. No sé, me vuelvo un mocoso en pubertad y me escapo por la ventana si me lo pides. Solo dime algo, maldita sea.

Ella volvió a quedarse en silencio, únicamente parpadeando y respirando, desde mi lugar se escuchaba eso que hacía. No dejó de mirarme, sus ojos claros me escaneaban cada parte de la cara en un silencio que me tenía muy incómodo, temeroso. Inhalé y exhalé aire por varias veces, esperando una respuesta.

—Lo siento, Amy —musité, llevando mi mano derecha a su mejilla, tomando una hebra de su cabello rubio y jugueteando con uno de mis dedos —. No quiero causarte problemas con tu papá, pero es que no me gustó la manera que te gritó anoche y tú sabes bien que creía que se trataba de otras personas, no de ellos.

—Eso no importa, míster —al fin habló, en tono bajito.  

—¿Cómo que no importa? —alcé una ceja, confuso.

Estaba preocupado, no quería que ella discuta con su familia por mí, en la madrugada tampoco lo hice bien que digamos, eran sus padres pero es que tampoco me agradó la forma que él le habló cuando llegaron.

Odiaba a los hombres que se creían que eran todo, que siempre eran superiores a los demás, hasta a sus propias parejas. Papá era así, siempre lo fue. Mamá me abandonó a temprana edad, ya ni me acordaba de ella, pero con las demás mujeres que trató con mi difunto padre las trataba como una mierda.  

—Azael, te dije ayer que te quería contar algo —reveló la rubia, tomando aire por la boca y soltándolo por la nariz, levantándose de la cama y quedándose sentada.

La cosa estaba poniéndose tan tensa hasta el punto de sentir como un extraño tipo de escalofrío, miedo, recorrió mi cuerpo, dándome un bajón de ánimos. Hice lo mismo que ella hizo, también me senté en la cama, cruzándome de los pies.

—¿Pasa algo? —investigué, mirándola con temor y con ganas de saber lo que ocurría, por la tensión que había determiné que no se trataba de algo bueno, o al menos no tan fuerte.

La rubia me miró, sus ojos eran una clara expresión de querer aguantar lágrimas. Me preocupaba en abundancia lo que sea que tenía que decir, muchas ideas malas me llegaron a la cabeza.

—¿Sabes? —empezó a decir, echándose hacia atrás un mechón de su hermoso cabello rubio —El día que me atreví a robarte el usuario de la app de citas, en realidad era el WhatsApp, solo vi la app y la aproveché, quería que esto fuera de una sola vez.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora