El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2

Capítulo 19

Capítulo 19

"Opiniones un tanto... agrías".

—Muchas gracias, quédese con el cambio.

Le extendí los dólares al chofer del taxi de donde me acabé de desmontar y le sonreí como muestra de amabilidad, este me sonrió también como agradecimiento para después partir.

Me di media vuelta hasta encontrarme con la entrada de la gigantesca universidad. La entrada quedaba justamente en el parqueo donde muchos guardaban sus autos, motocicletas y otras cosas en las que venían, cercas de bancos para que otros se sienten.

—¡Audrey!

El llamado de la voz de Eli retumbó por detrás de mí. Giré la cabeza hasta encontrarme con el trio de chicas. Amy, de forma usual, llevaba unos lentes negros, una falda roja algo corta, una blusa y encima de esta un pequeño chaleco de tela fina y color negro. En su brazo estaba una cartera también de color negra. Comencé a dudar de saber si el director la expulsa por su ropa tan demostrativa, pero no le tomé importancia ya que el padre de Amy ha participado en varias muestras de caridad para la universidad y si algo le llega a pasar a su hija, pues dejaría muy mal parado al director.

Sonreí mientras las veía llegar. Triza viene con una mochila en su espalda y los lentes que a veces suele usar, nos ha contado que se las ha recetado el doctor. Eli suele venir de una manera formal todo el tiempo. Triza era la más cubierta entre las tres. Yo llevo puesto unos jeans ajustados a mis piernas y una blusa con tiritos en mis hombros, en el frente tiene implantado una fotografía de Kenia Os.

—¡Hola, zorra! —me saludó Amy apenas llegó a mí. Pocas veces me ha llamado de esa manera, siempre lo hacía con los demás, no obstante, en sus ojos se dejó ver una picardía y una complicidad que me hizo retroceder al suceso de ayer, en el momento que entró al salón de clases y le extendió la maqueta a la profesora.

—Hola, chicas —las saludé mientras sonreía, las demás me saludaron también. —¿Y qué pasa con ustedes? ¿Qué tal todo? ¿Cómo ha ido su día? —pregunté con entusiasmo con el fin de iniciar una plática. La mirada de Amy seguía encima de mí y eso hacía que me sienta extraña, intimidada.

—De mí todo bien —exclamó la rubia de ropa corta y sexy —. ¿Y de ti, Audrey? Creo que tú estás algo extraña y tienes algo que no quieres contar, pero yo si quiero que me cuentes porque quiero explicación y hoy necesito dormir en paz ya que anoche con semejante persona que me entregó una maqueta casi tengo sueños húmedos.

La forma en que se expresó Amy, hablando, casi hacía de sus palabras algo inentendible, sin embargo, yo misma pude entender lo que dijo por la atención que le presté.

Ya sé a lo que viene la rubia. Creo que la explicación que debo de darle a Amy se aproxima, incluyendo a las demás. Volteé la mirada hacia un lado para de esa manera poder evitar el enfoque de sus ojos en los míos.

Me da pena, vergüenza, contarles, pues yo nunca les he hablado a ellas sobre novios o chicos que me han gustado en el transcurso de mi vida. Excepto a los literarios. Las únicas que han hablado sobre ello han sido Amy y Eli, quienes confesaron ambas que ya han tenido relaciones sexuales. La rubia distinguida lo tuvo luego de una fiesta a sus dieciséis y Eli lo tuvo hace ya un año con un novio con el que no le resultó nada fácil ya que se tuvo que marchar semanas después a Texas.

—¿Qué pasa, por qué esta tensión tan extraña? —preguntó Triza, dudosa, cambiando la mirada desde mí, hasta Amy, quien llevaba en su cara una sonrisa implantada, venenosa. Podía notar en sus ojos lo desesperada que estaba en busca de una respuesta sobre el suceso de la maqueta, y lo iba a conseguir, la conocía muy bien.