El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2

Capítulo 84

Capítulo 84

Narra Audrey

“Un doloroso encuentro”

¿Cómo se superaba la finalización de una relación amorosa?

Cada día que pasaba lo recordaba más, lo necesitaba más, lo quería conmigo.

Pero lo más probable era que se encontraba entre los brazos de otra, amándose los dos, haciendo el amor cómo mismo me lo hacía a mí, diciéndome las cosas que me decía a mí, acariciándome las partes del cuerpo que me tocaba a mí.

Ojalá y que a ella le esté fingiendo como mismo me fingía a mí, porque una persona que traiciona a alguien que supuestamente ama, nunca la amó de verdad.

Ojalá que se busque otra mucho más linda que ella, mucho más linda que yo, y que esa Leslie pase lo mismo que estaba pasando yo para que sintiese un poco, solamente un poco del tormento que me abrumaba.

El rencor me cegaba, la maldita idea de que ellos dos estaban juntos me ponía como una imbécil y lanzaba todas las malditas cosas que habitaban en mi alrededor.

No quería saber de nadie.

No quería ver a nadie.

Quería quedarme sola.

Así de sola como Deniel me dejó.

Me dolía. Mucho. Mi corazón no aguantaba más este maldito inmenso dolor que era mucho más peor que durar una hora completa con tu cuerpo ardiendo en fuego, mucho más peor que estar viviendo en el mismísimo infierno en carne propia.

Si tal vez existía uno…

Porque para mí el infierno lo vivía uno dentro. Un infierno terrible que te quemaba, que te ardía, que te despedazaba.

Y lo sentías.

Sentías todo ese maldito dolor que no dejaba hacer nada, porque a mí se me dificultaba comer, ya algunas veces si no me sostenía bien me desmayaba por la falta de alimento, de bebida, el hambre muchas veces ni la sentía aunque a veces venía con una intensidad de quererme comer todo solo que apenas lo hacía lo vomitaba. 

Bajé los escalones con el desgano más grande el mundo, ya mi cuerpo no parecía yo quien lo poseía, solo me encargaba de mantenerlo con vida y parecía una títere de un ente mayor y más fuerte que yo.

—Mi niña —me llamó mamá levantándose del sofá con el que estaba platicando con papá, al parecer interrumpí su conversación —. ¿Cómo estás?, ven aquí con nosotros, estamos hablando de algo importante.

—Hola mamá, hola papá —los saludé colocando una media sonrisa forzada en la cara, ellos hacían todo por verme bien y yo parecía una estúpida que no los valoraba pero se me dificultaba muchísimo lograr estar feliz —. No, está bien, prefiero salir a dar una vuelta.

—¿Cuándo vengas hablamos? —papá también se levantó de su asiento con una expresión un poco entristecida. 

Esos semblantes; tanto el de mamá como el de papá, no me gustaron en lo absoluto así que me quedé para saber las cosas que me querían decir.

—¿Qué pasa? —curioseé, hablando con desgano.

—Tu madre y yo hemos… —mi padre se colocó al lado de mamá y se tomaron de los brazos, haciendo una pausa que me causaba duda y al parecer las palabras no le salían.

—¿Qué?

—Nosotros hemos pensado que… los tres, claro, vayamos a terapia —lo que no pudo decir mi padre lo dijo mi madre, sin dejar de mirarme.