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EXTRA

Siete meses después de Audrey estar en coma.

Narra Deniel

“Los SexysSweet siempre ocultan algo"

Si en este preciso momento te ponen a elegir a morir, y tu captor o captora te dice: Debes de tener en cuenta una cosa, esa es que la manera en la que debes de morir debe de ser frío o calor: ¿cuál eliges?

¿Cuál eliges?

¿Qué elegí yo?

El calor te quemaría, te pondría a arder la piel y sollozar porque se detenga, porque no elegirías eso. El calor te destruiría hasta morir, te quemaría los ojos, cerebro y lo ibas a sentir. Ibas a sentirlo todo.

Porque el calor te hacía sentir.

¿El frío?, el frío te mataría de una hipotermia, te haría dormir. Su muerte sería menos dolorosa porque te desmayaría y ahí se encargaría de que la muerte se adueñase de ti.

Y así había muerto yo; con frío.

La única diferencia era que mi cuerpo seguía con vida.

Mi alma.

Mis sentimientos.

Mi corazón.

Todo se había congelado y muerto el día que Audrey Mendoza cayó ante mis ojos, ensangrentada y con los ojos entreabiertos, con la muerte llevándosela poco a poco, con sus labios musitando algo que no iba a saber, y aunque mi mente me decía que se trataba de un “Te amo”, yo negaba para que fuese ella quien se despierte y me lo dijese.

Quería que musite un “te amo” para mí.

O un “te odio”.

Estaba preparado para dos cosas: para que ella me abrace y me dijese que me amaba. Para que ella presione su cuerpo con el mío y que me murmurase que me había extrañado, que había sido una tortura tener ya siete meses en un hospital sin dar reacción alguna.

Pero de igual forma estaba preparado para que ella me abofetee y me dijera que me odiaba, que era un error meterse conmigo y que yo no valía la maldita pena. Que debía podrirme en esta prisión, que mi vida debía de arruinarse para siempre.

Aceptaba los dos. Yo solo quería que ella me dijese algo. Lo que malditamente sea.

—Oye, parce, ¿estás listo? —la voz de Dalton; la sombra blanca, se escuchó en el cuarto que ambos compartíamos con dos reclusos más con los que se podían contar las veces que le hablé. Se me habían olvidado hasta sus nombres.

Me di media vuelta para verlo frente a frente y asentí. Se suponía que estaba listo para algo que no era de mi importancia, la verdad ya no me importaba quedarme aquí hasta que me muera, cosa que iba a suceder, pero al menos debía de remediar un poco, un puto poco, lo que hice.

—Casi mudo —ese era el apodo que me habían puesto los reclusos aquí. Se suponía que era porque no hablaba mucho. Si decía más de cincuentas palabras al día era mucho.

Solo decía que sí, que no, y era que todas las palabras se me habían perdido. Mi mente ya no era como antes, todas las letras se me volvieron una sopa mentalmente, pero hoy iba a tener que ponerme bien los cojones para lograr salvarle.

Hice un sonido con la garganta, demostrándole que había escuchado su llamado.

—Me han mandado a decirte algo.

El hombre que había venido era de la celda veintidós, si no me equivocaba. O tal vez era de la treinta. Ahg, no sabía, pero la sombra blanca y él eran muy amigos, bastantes muy amigos, diría yo, pues varias veces se había colado en la noche a esta celda para dormir con él.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Where stories live. Discover now