Nathan

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Narra Nathan

Eran las dos de la tarde del último sábado del mes de junio y andaba de un lado para otro sin saber cómo decirlo. No quería meter a mis amigos, o bien, a mis hermanos, en mis líos, pero sabía yo que era el culpable y que lo que aún hacía estaba mal.

Lo único que verdaderamente quería, necesitaba, anhelaba, deseaba, era su apoyo. Su maldito apoyo. Que me abrazara, que me haga sentir bien y juro por dios que aunque me doliese el triple olvidaría el jodido pasado y sí, sonaría un poco egoísta, sonaría como un idiota mal agradecido, pero quizás ella hubiese querido lo mismo. Solo quería eso, joder, estar a su lado como lo que era y no que me rechace.

-Nathan, ¿estás bien? -mi corazón dio un sobresalto hasta tal punto de que mi respiración se agitó y tragué saliva sin esperarlo.

Me quedé pasmado mientras observaba la figura del apuesto hombre que ha sido como un hermano mayor para mí, lo más similar a un padre que he tenido. Su cabello rubio oscuro está alborotado y anda sin camiseta, mostrando el tatuaje a un lado de su pecho.

-¿Nathan? -repitió Azael caminando hasta donde mí, me hice el fuerte para que las lágrimas no abandonen mi rostro y no tener que dar explicaciones por ellas.

Sonreí como el resto de mi vida lo hice y di pasos hacia donde él.

-Sí... -hice una pausa, iba a carraspear garganta, pero no lo logré hacer, solo seguí: -Sí, sí, sí, estoy muy bien, es que, pues... -las palabras no me salían y Azael era el único que me podía prestar dinero.

Azael era el que menos gastaba, los demás tenían tanto problemas como yo, y a Deniel ni me atrevía, se había mudado a un departamento mucho más amplio y costoso, encima, también tenía a su novia, y aunque Audrey no era una maquina de gastar como la otra perra debía de tener sus compromisos para ella.

-¿Qué pasa? -se puso en frente de mí y se cruzó de brazos.

-¿Me puedes haces un favor? -suspiré, sintiéndome agotado y mordiéndome los labios. Esta vez sí carraspeé garganta y apreté los puños para que los dedos no se me muevan solos por los nervios.

-Me imagino cuál -me sentí patético con su comentario. No era la primera vez que le pedía dinero -. ¿Dinero? -agaché la cabeza para no mirarlo a los ojos y la vergüenza sea más.

Me mordí los labios, temeroso.

-Levanta la cabeza y mírame a los ojos cuando hablas conmigo.

Obedecí al instante que su expresión y voz cambió a uno seco, fuerte, crudo, frio. Mis ojos grisáceos penetraron los del que estaba en frente y eso hizo que me sienta el triple de intimidado que antes.

-Nathan -me llamó con ese jodido tono de hombre psicópata que parecía que te iba a arrancar los ojos con sus propios dedos, enterrándotelos y jugar con su gruesos y grandes dedos dentro de tus cuencas sin ningún remordimiento.

-Diga, señor -con eso delaté que estaba nervioso. Azael parecía brujo, siempre sabía cuándo nosotros estábamos mal, estábamos bien, teníamos alguna noticia buena o mala que contar o cuando necesitábamos ayuda para alguna cosa. También si queríamos algún consejo o algo parecido.

La palabra señor se la dejé de decir ya cuando me volví más adulto. Cuando empecé a trabajar aquí era "si, señor" "no, señor" "si quiere, señor" y es que, joder, la actitud de Azael atemorizaba al mismísimo satán. No dudaba de que el macho fornido con cuerpo atlético y mirada seria era uno de los que están en el top uno en la lista de las personas a las que el diablo les tiene miedo.

-¿Cuánto dinero necesitas? -me sentí más aliviado cuando sus ojos castaños entreoscuros bajaron a la cartera que sacó, apenas hizo esa pregunta, de su bolsillo trasero. No sabía qué cantidad darle y me empecé a maldecir por dentro -Habla.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora