Capítulo 53

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Despúes de tanto problemas aquí un capítulo que me ha dejado... ¡BUM!

Capítulo 53

Narra Azael

Ya habían pasado tres días después de la visita de Colehed a la casa donde se le destruyó la vida y también a la cárcel a ver a su putrefacto, asqueroso y maldito hermano.

Nos hallábamos en la casa de campos.

Audrey me había enseñado la casa en el árbol y era muy bonita, estable. Trepé por unas escaleras que estaban creadas con los troncos, no era para nada grande, un niño de cinco años no estaría en peligro mientras la sube.

Entré en ella y era de un tamaño adecuado. Wow, perfecto para mí.

Y para Amy, claro.

Observé con detenimiento todas las cosas que se hallaban dentro: un refrigerador pequeño, una televisión plasma pequeña, de quizás treinta pulgadas o menos pegada en lo que era la pared de madera, al lado de la puerta de entrada. Había una cama en la que podían caber un máximo de tres personas. Luz eléctrica, una ventana, y en la parte de atrás había otra puerta que si se abría era para lanzarse en un pequeño Jacuzzi que esperaba abajo.

Esta casa parecía una real, lo único que era un poco más pequeña.

Eché un vistazo hacia atrás cuando oí unos pasos, encontrándome con la rubia, entrando.

Cuando terminó de entrar cerró la puerta, despacio.

—¿Acabamos de llegar y ya quieres tumbemos esta casita de madera con nuestros movimientos, rubia? —ella se mordió los labios al igual que yo cuando, de forma moderada, le hice una petición.

—¿Tú que crees, míster dedos? —dijo, elevando una ceja y acercándose a mí, sensual. Su sonrisa ladina era digna de hechizar, a mí ya me habían hechizado y no podía negar que era uno de los mejores hechizos de mi vida.

Por un momento pensé que ella iba a venir a atacar mis labios, pero me di cuenta de que con Amy no se podía confiar. Ella era una chica que te hacía pensar que el cielo estaba de color verde, pero en abrir y cerrar de ojos te dabas cuenta de que no, que era azul.

Amy era rápida, eficaz, y malditamente sensual. Cuando pensé que me iba a besar, mis labios esperaban que los de ella se muevan ferozmente por encima, sin embargo, se hallaba hincada con la mirada elevada a mí, picante.

—Cuanto me encantas, rubia… —musité, viéndola, imaginando esas veces que ella me la sacaba y se la entraba en la boca, bañándola en su saliva mientras la tomaba como un chupete.

—Yo no sabía que eras parte de la casita del árbol, míster dedos… —canturreó ella, desabrochando el pantalón sin necesidad de ver cómo lo hacía puesto a que sus manos se movían como si ellas mismas tuviesen ojos. Levanté una ceja, sin entender el comentario —Me refiero porque estoy sintiendo un gran tronco acá.

Ella me hizo soltar una sonrisa por lo que dijo regalándome un apretón en la entrepierna, siguió desabrochando el botón. Ya la correa nos hacía perder el tiempo así que fue por mi pantalón. Lo quitó y me lo bajó, dejándolo hasta mis rodillas.

Amy lamió mi miembro sin quitarme la prenda, haciéndome morder más los labios, excitado. Fantaseaba muchísimo cuando sus ojos tan siquiera cruzaban mirada con los míos.

Ya no aguantaba la dureza, era terriblemente incómodo verla calentándome hasta más no poder.

—Eso es todo tuyo —gimoteé mirándola a los ojos fijamente.

¿Hmmm? —la escuché decir cuando creó ese sonido con su garganta arqueando las cejas como toda una niña confundida de no entender la clase.

El Stripper +18 (COMPLETA) PARTE 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora