Malo para ti

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Krit y Blythe
Sinopsis

La inocencia nunca estuvo destinada para los adictos...

La adicción fue algo que Harry Styles aceptó como parte de su naturaleza hace mucho tiempo. Decidió aceptarla y mostrarle el dedo a las reglas. Las mujeres siempre tuvieron el primer puesto en su lista de adicciones. No podía tener suficiente. Ser el cantante en una banda de rock sólo hizo que el acceso a su adicción favorita fuera mucho más fácil.

Estar sola era lo único que _____ Denton conocía. La familia pueblerina del ministro que la crió, nunca la aceptó como una de los suyos. La esposa del ministro siempre se aseguró de que _____ entendiera cuán poco merecedora de amor era. Cuando la despachan para ir a la universidad y tiene la oportunidad de ser finalmente libre de vivir como una carga indeseada, espera con ansias tener algo paz en su vida. Estar sola no es algo que le moleste. Escapa de la realidad con las historias que escribe.

Aun así, el chico ridículamente sexy y tatuado que sigue dando fiestas en el departamento sobre el suyo la está volviendo loca. Para empezar, no la trata como esperarías que alguien que está siempre con una mujer diferente colgando de su brazo, trate a alguien poco interesante como ella. Ella no luce para nada como las hermosas mujeres que ve desfilando dentro y fuera de su departamento, pero por alguna extraña razón, él sigue apareciendo en su puerta.

Durante una fiesta en su departamento, la nueva vecina de Harry viene a la puerta con su largo cabello castaño en un nudo desordenado y un par de gafas posadas sobre su linda naricita. Ella quiere que baje la música, pero él la convence de quedarse.

Puede que Harry Styles acabe de encontrar su mayor adicción hasta ahora. Y _____ Denton se da cuenta demasiado tarde de que finalmente la han reclamado

Prólogo

_____

-Ve a la cama, _____. Y no te olvides de rezar. -La voz de la Sra. Williams interrumpió mis pensamientos. Me alejé de la ventana en la que me sentaba y miré a la mujer que era mi tutora. No me refería a ella como "madre" porque cometí ese error una vez y me golpeó con un cinturón.

-Sí, señora -respondí, y me bajé del asiento de la ventana que amaba tanto. Era la única cosa que se sentía como si fuera verdaderamente mía. Pedí un asiento en la ventana como este cuando lo vi en una película. La Sra. Williams me llamó egoísta y materialista. Me golpearon por hacer un pedido como ese.

Pero su esposo, el pastor Williams, me sorprendió con uno la mañana de Navidad. Valió la pena los castigos secretos que recibí después de parte de la Sra. Williams por hacer que su esposo pecara para darme un regalo.

La Sra. Williams continuó mientras me levantaba del asiento. -Recuerda agradecerle a Dios por estar viva y no muerta como tu madre -espetó. El tono en su voz era especialmente repugnante esta noche. Estaba enojada por algo. Odiaba cuando se enojaba. Eso significaba que me iba a castigar incluso si no era extra buena. Incluso aunque yo no fuera la causa de su enojo.

-Sí, señora -respondí de nuevo. Me encogí cuando habló de la madre que nunca conocí, y de su muerte. Odiaba oír los detalles sórdidos de cómo mi madre sufrió por sus pecados. Hacía que odiara más a Dios. Por qué era tan malo y lleno de venganza, no lo entendía. Pero con los años me di cuenta que la amabilidad que vi en el pastor Williams es como en verdad debía ser Dios.

-Y -continuó la Sra. Williams-, dale las gracias por el techo sobre tu cabeza que no te mereces -escupió.

Me recordaba seguido que no merecía la bondad que me daban ella y el pastor Williams. Me acostumbré a eso también. Eran lo más cercano a unos padres que conocí en mis trece años en la tierra. Mi madre murió dándome a luz. Se encontraba enferma de neumonía, y fue un milagro que yo viviera. Nací seis semanas antes.

One ShotsWhere stories live. Discover now