Pídeme lo que quieras, ahora y siempre

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Capítulo 1

Tras salir de la oficina llego a casa como si me hubieran metido un petardo en el culo. Miro las cajas embaladas y se me parte el corazón. Todo se ha ido a la mierda. Mi viaje a Alemania está anulado y mi vida, de momento, también. Meto cuatro cosas en una mochila y desaparezco antes de que Harry me encuentre. Mi teléfono suena, y suena, y suena. Es él, pero me niego a cogerlo. No quiero hablar con Harry.

Dispuesta a desaparecer de mi casa, me voy a una cafetería y llamo a mi hermana. Necesito hablar con ella. Le hago prometer que no le dirá a nadie dónde estoy y quedo con ella.

Mi hermana acude a mi llamada y, tras abrazarme como sabe que necesito, me escucha. Le cuento parte de la historia, sólo parte o sé que la dejaría sin palabras. Omito el tema del sexo y tal, pero Raquel es ¡Raquel!, y cuando las cosas no le cuadran comienza con eso de «¡Estás loca!», «¡Te falta un tornillo!», «¡Harry es un buen partido!» o «¿Cómo has podido hacer eso?». Al final me despido de ella y a pesar de su insistencia no le revelo adónde voy. La conozco y se lo dirá a Harry en cuanto la llame.

Cuando consigo despegarme de mi hermana, llamo a mi padre. Después de tener una breve conversación con él y hacerle entender que en unos días iré a Jerez y le explicaré todo lo que me pasa, me monto en el coche y me voy a Valencia. Allí me alojo en un hostal y durante tres días paseo por la playa, duermo y lloro. No tengo nada mejor que hacer. No le cojo el teléfono a Harry. No..., no quiero.

Al cuarto día me subo al coche y algo más relajada me voy a Jerez, donde papá me recibe con los brazos abiertos y me da todo su cariño y amor. Le cuento que mi relación con Harry se ha acabado para siempre, y él no me quiere creer. Harry le ha llamado varias veces preocupado y, según mi padre, ese hombre me ama demasiado como para dejarme escapar. Pobrecillo. Mi padre es un romántico empedernido.

Al día siguiente, cuando me levanto, Harry ya está en casa de mi padre. Papá lo ha llamado.

Cuando me ve, intenta hablar conmigo, pero me niego. Me pongo hecha una furia; grito, grito y grito, y le reprocho todo lo que tengo en mi interior antes de darle con la puerta en las narices y encerrarme en mi habitación. Al final, oigo que mi padre le pide que se marche, y de momento me deja respirar. Sabe que ahora soy incapaz de razonar y que en lugar de solucionar las cosas lo que voy es a liarlas más.

Harry se acerca a la puerta de la habitación donde me he encerrado y con voz cargada de tensión e ira me indica que se va. Pero que se va a Alemania. Tiene que resolver ciertos asuntos allí. Insiste una vez más en que salga, pero al ver mi negativa finalmente se marcha.

Pasan dos días y mi angustia es persistente.

Olvidar a Harry me es imposible, y más cuando él me llama continuamente. No le contesto. Pero, como soy una masoquista pura y dura, escucho nuestras canciones una y otra vez para martirizarme y regodearme en mi pena, penita..., pena. Lo positivo de todo este asunto es que sé que está muy lejos y, además, que tengo mi moto para desfogarme, embarrándome y saltando por los campos de Jerez.

Transcurridos unos días me llama Miguel, mi excompañero en Müller, y me deja a cuadros. Harry ha despedido a mi exjefa. Incrédula, escucho cómo Miguel me cuenta que Harry tuvo una tremenda discusión con ella cuando la pilló en la cafetería mofándose de mí. Resultado: al paro. ¡Toma ya! Por perra.

Lo siento, no debería alegrarme de ello, pero la malvada que existe en mi interior se regodea con que esa mala víbora por fin haya recibido su merecido. Como dice muy sabiamente mi padre, «el tiempo pone a cada uno en su lugar», y a ésa el tiempo la ha puesto donde se merece, en la puñetera calle.

Esa tarde aparece mi hermana con Jesús y Luz, y nos sorprenden con la noticia de que van a ser padres de nuevo. ¡Embarazo a la vista! Mi padre y yo nos miramos con complicidad y sonreímos. Mi hermana está feliz, mi cuñado también y a mi sobrina Luz se la ve ilusionada. ¡Va a tener un hermanito!

One ShotsWhere stories live. Discover now