Mi salvación

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Max y Mía

Prólogo

Febrero 2011

Harry Styles miraba al vacío desde la arenosa franja de playa detrás de su casa, tiritando y frunciendo el ceño al agua que rompía en la arena, como si se tratara de un enemigo. La oscuridad de la noche era casi absoluta, pero los astros iluminaban lo suficiente como para ver batirse el mar delante de él. Había hecho de la gran masa de agua que le había robado a _____ su némesis y, en ese momento, sentía resentimiento por cada gota de agua en el Atlántico. Perdido en él, el cuerpo sin vida de su esposa flotaba en sus entrañas, sepultada en una tumba de agua. Podía sentir cómo su cuerpo se alejaba más y más de él. Como si al irse le hubiera arrancado el corazón y se lo hubiera llevado con ella, él se había quedado allí, indefenso, sangrando incesantemente a través de la herida.

Se llevó la mano al pecho y se lo frotó, pero no pudo aliviar el insoportable dolor.

No... maldita sea. No puede ser. Creí que tendría todo el tiempo del mundo para doblegar poco a poco mi deseo. Creí que podría someter mis debilidades y amarla como se merecía ser amada.

Le fallaron las piernas y dio con los glúteos en la arena, la humedad calando sus pantalones vaqueros. No le importó. Su mirada clavada en el agua. Estaba demasiado aturdido para sentir los elementos, demasiado roto para que le importara, todo su ser concentrado en _____, como si esperara devolverla a la vida con la fuerza de su voluntad. Ignoró no sólo el frío embate del viento contra su cuerpo, cubierto solo con una camiseta y unos vaqueros, sino también los mosquitos que hacían de su piel desnuda un festín y el tortuoso sentimiento de abandono, tan doloroso que si no se obligaba a cerrarle el paso se volvería loco.

Tenía cada músculo de su cuerpo en tensión, los puños apretados, la mente intentando mantener sus emociones bajo control. Llorar significaría aceptar que _____ se había ido para siempre y se negaba a creerlo. No iba a llorar su muerte. Nunca la aceptaría. Si aceptase que se había ahogado en aquella misma playa, mar adentro, no podría sobrevivir la agonía de pensarlo.

Harry Styles no lloraba. Nunca lo había hecho. Hasta cuando sus padres murieron en un trágico accidente reprimió el impulso, o se avergonzarían de él. Ningún Styles se dejaría llevar por sus emociones ni permitiría que la razón se sometiera a ellas. Sabía que sus padres lo habían querido, pero habían nacido en un mundo de privilegios y siempre le habían enseñado a actuar con decoro y moderación. Sus padres siempre dijeron que era el hijo perfecto y siempre estuvieron orgullosos de él. Al ser adoptado, Harry había querido ser perfecto en todo momento e hizo todo lo posible, aún después de que ellos murieran. Su costumbre de mantenerse a distancia era algo que él asociaba con el afecto y la aprobación. Ahora no estaba tan seguro. Su corazón le decía que _____ podía haber muerto sin llegar a saber lo que de verdad sentía por ella.

Por desgracia, no se sentía tan seguro y ecuánime en ese momento y su compostura hamiltoniana parecía estar abandonándolo.

_____ había desaparecido de aquel mismo lugar una semana antes. Había dejado su bolso, ropa y teléfono en la playa. Siempre le había gustado darse un baño rápido en aquel lugar, al que llamaba su paraíso particular.

Cerró los ojos. Harry dibujó su rostro, su expresión traviesa y su sonrisa burlona.

¡Dios! ¡Cómo odiaba que fuera sola a nadar o hiciera cosas que él consideraba peligrosas!. La aleccionaba lo mismo que un maestro haría con su pupilo, pero ella siempre se burlaba de él, sacándolo poco a poco de su enfado, diciéndole que era demasiado serio y se preocupaba en exceso. El problema era que nunca pudo estar enfadado con ella por mucho tiempo. Condenada mujer. Lo había manejado a su antojo desde el momento en que se conocieron y él la había dejado hacer. Siempre que la advertía cuando hacía cosas que le preocupaban acababa dejándola hacer lo que le diera la gana, haciéndole creer que se preocupaba sólo a medias, cuando en realidad le horrorizaba la idea de perderla.

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