Hogar... dulce hogar

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Romeo y Molly

Sinopsis

A la edad de veinte años, _____ Shakespeare sabe mucho.

Ella sabe de Descartes y Kant.

Ella sabe de la academia y Oxford.

Ella sabe que la gente que ama la abandona.

Ella sabe cómo estar sola.

Pero cuando _____ deja los cielos grises de Inglaterra atrás para comenzar una nueva vida en la Universidad de Alabama, encuentra que tiene mucho que aprender, no sabía que un verano podría ser tan caliente, no sabía que los estudiantes podían ser tan intimidantes, y seguramente no sabía lo mucho que a la gente de Alabama le gusta su fútbol.

Cuando un encuentro casual con el afamado estrella mariscal de campo, Harry Styles, la deja incapaz de pensar nada de eso excepto en sus ojos marrón chocolate, cabello rubio oscuro y el físico perfecto, _____ pronto se da cuenta que su vida tranquila, solitaria está a punto de cambiar dramáticamente para siempre...

Prólogo

EASINGTON, DURHAM, INGLATERRA.

HACE CATORCE AÑOS...

-_____, puedes venir, cariño. Tengo algo que decirte.

Mi abuela estaba en la habitación de nuestra pequeña casa, sentada en su viejo sillón marrón con la cabeza entre las manos.

Me adelanté y miré alrededor de la habitación. Mi papá no había regresado del pub. Siempre estaba en el pub desde que la horrible señora que a veces salía en la televisión cerró las minas el año que yo nací y mi papá se deprimió. La abuela me lo dijo.

Mi abuela levantó la cabeza y sonrió melancólicamente. Mi abuela tenía la sonrisa más amable que jamás había visto; podía iluminar la habitación con sólo una sonrisa.

Amaba a mi abuela, mucho.

Mientras me acercaba, me di cuenta que estaba sosteniendo una vieja foto de mamá. Mamá murió cuando yo nací, y la abuela y papá sólo se enfadaban cuando preguntaba por ella, así que evitaba preguntar nada. A pesar de eso, silenciosamente me aseguro de besar su foto junto a mi cama todas las noches. La abuela me dijo que mami me vería hacerlo desde el cielo.

-Ven aquí, mi pequeña _____-pops. Siéntate en mi regazo -dijo, con un movimiento para que me acercara hacia ella, colocando el marco sobre la alfombra roja.

Dejé caer mi mochila de color rosa en el suelo, me acerqué y me senté en su regazo. Olía a menta. Ella siempre olía a menta. Sabía que era para ocultar el olor de los cigarrillos que fumaba clandestinamente en el callejón. Me hacía reír cuando se escondía fuera cada mañana sin quitarse los rulos de color rosa en el cabello gris y su bata púrpura.

Puse una de mis manos en su mejilla. Se veía perturbada. -Abuela, ¿qué pasa?

Tomó mi pequeña mano entre las suyas y me sobresalté de lo fría que las tenía. Las froté entre mis manos y le di un beso en su mejilla para que se sintiera mejor. Ella decía que mis dulces besos podían hacer que cualquier problema en el mundo fuera un poquito más fácil.

La habitación estaba muy tranquila. El único sonido provenía del crepitar de la chimenea y el fuerte tic-tac del reloj del abuelo.

La abuela ponía siempre música, y bailábamos en frente del fuego. No había música tocando hoy, sin embargo, y la casa se sentía aburrida y triste.

Me quedé mirando el reloj y vi que el minutero estaba en las doce y puntero en las cuatro. Me esforcé por recordar lo que mi maestra, la Sra. Clarke, nos había dicho en clase. Mis ojos se cerraron con fuerza mientras trataba de pensar. Se abrieron mientras me quedaba boquiabierta. Eran las cuatro. ¡Sí! Las cuatro en punto. Papá volvería pronto.

One ShotsWhere stories live. Discover now