[[Amor en el Palacio]]

CAPÍTULO 55 "DECRETO PARA SERVIR EN LA CAMA"

El banquete del 22º cumpleaños del Emperador coincidió con el Festival de los Faroles, y el Palacio de Changchun se llenó de un ambiente de alegría dentro y fuera, más que en la Nochevieja.

Aunque Huang Ye ordenó que todo fuera sencillo, sin extravagancias ni derroches, y que el pueblo se limitara a divertirse, los príncipes y ministros, encabezados por Zhao Guowei, organizaron un gran baile para celebrar su cumpleaños para miles de personas!

Alrededor de la mitad de los artistas del animado escenario procedían del folclore, y los sonidos de la suona, los gongs y los tambores, diferentes a los de la música de la corte, junto con el desfile de zancos, caras pintadas y linternas de dragones danzantes,  hicieron que la plaza frente al palacio, lo suficientemente ancha como para que corriera un caballo, fuera tan colorida y maravillosa como un farolillo de flores.

Cuando llegó el momento propicio, el baile con los estandartes ondeantes llegó a su fin y Huang Ye se sentó en su trono dorado de nueve dragones y comenzó a recibir las felicitaciones de sus súbditos.

Era un espectáculo magnífico, con los parientes reales y los funcionarios de tercer rango y rango superior esperando el edicto imperial en la sala interior. Los funcionarios por debajo del tercer rango se arrodillaron fuera de la sala interior, en la plaza. El resto de la guardia imperial y los bailarines folclóricos danzaron desde la plaza hasta el exterior del palacio Changchun.

Sonó la música de felicitación de la corte con campanas, pipa y otros instrumentos como la música de un palacio inmortal en esta noche encantadora. El jefe de eunucos, Li Deyi, que actuó como oficial de alabanza en esta ocasión, bramó: "...... ¡Acércate y arrodíllate!" En cuanto pasaron, otro eunuco lo siguió, gritando: "¡Adelante y arrodíllate en señal de adoración!".

Y así, cerca de 10.000 súbditos se postraron y se inclinaron en perfecto orden, al grito de "¡Larga vida al Emperador! ¡Larga vida! ¡Larga vida! ¡Larga vida!" Las palabras de felicitación fueron tan ensordecedoras que hicieron temblar el cielo y la tierra.

Ke Wei Qing, vestido con una túnica de gasa púrpura, llevando el sol y la luna sobre los hombros y las estrellas a la espalda, el grandioso atuendo de un hijo de príncipe del condado, se arrodilló en el glorioso salón, con su padre adoptivo Ke Xian delante de él.

Hace tres días, Huang Ye le había ordenado especialmente que regresara a la mansión Ke para visitar a su familia. Ke Wei Qing sabía que él no era realmente el hijo de la familia real, pero que Huang Ye, que entonces era el Príncipe Heredero, les había pedido que intervinieran y lo adoptaran.

Y el príncipe Ke no estaba dispuesto a ofender al príncipe heredero, así que la adopción se llevó a cabo. En todos estos años, Ke Wei Qing nunca había sido contactado por la familia real, y mucho menos por la habitual relación padre-hijo.

Ke Wei Qing sabía que su existencia era una vergüenza para la familia Ke. Originalmente un joven mozo de cuadra sin padre ni madre, ahora tenía un estatus más alto que Shuolan y era probable que heredara la enorme fortuna de la familia real, lo que también hacía que su relación estuviera en la cuerda floja.

Huang Ye es consciente de ello, por lo que pide a Ke Wei Qing que les haga una visita como muestra de la piedad filial de su hijo adoptivo.

Ke Wei Qing se dirigió a la mansión Ke con el corazón agitado, llevando consigo una serie de recompensas del emperador, entre ellas un ginseng milenario en una caja de terciopelo rojo de noventa y un gramos, exquisitos pasteles hechos por la corte imperial de palacio, así como seda, joyas y jade del extranjero, que eran tan grandiosos y generosos como si el emperador le hubiera propuesto matrimonio.

Tanto el Príncipe como la Princesa se situaron en la puerta para saludarlo, arrodillándose para agradecerle su amabilidad, y arrastrando a Ke Wei Qing para decirle unas palabras compasivas, lo que halagó a Ke Wei Qing.