Capítulo 2 | ¿Así de simple?

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CHIARA

—¡Qué mala suerte! Todos los asientos están ocupados.

Echo un jadeo de espanto cuando escucho a Fabián a mi lado.

¿Durante cuánto tiempo he estado sumergida en mis pensamientos?

¡Caramba! Madison sí que te hace perder la noción del tiempo.

—No hay problema. Estoy bien así —le digo a Fabián.

Él me sonríe y deja de mirarme para detener sus ojos en Madison.

—¡Un poco tarde, pero llegué con tu limonadita! —Fabián levanta la bebida en el aire, y ella lo ignora por completo —. Vaya, vaya. ¿Tan temprano y ya está de malas?

—Creo que es mi culpa —le digo, y él echa una pequeña risa.

—Pero qué dices. A Madison le emociona tenerte aquí. Solo que no quiere demostrarlo. —Me guiña, y yo meneo mi cabeza, mirándolo con diversión.

¿Qué bebió o comió para decir eso?

Fabián se acerca a Madison y le dice algo al oído. Ella niega con la cabeza y le quita su limonada de las manos.

Dejo de observarla, porque no quiero incomodarla, y opto por tomar asiento en uno de los bancos individuales.

—Hola. Soy Simón. Mucho gusto.

Levanto mi vista hacia la persona que me saluda, y me quedo mirándolo sin mencionar ninguna palabra.

¡Vamos, Chiara! ¡Di algo!

Yo puedo hacerlo. ¡Yo puedo hacerlo!

—¡Bien, chicos! Vamos a empezar.

No sé si la profesora me ha salvado, o arruinado mi plan de al menos responder con un "Hola" al chico que aún sigue esperando que le diga algo.

¡Vamos! ¡Aún hay tiempo! ¡No lo arruines!

—Hola... —Es lo único que sale de mis labios.

Simón, el chico que amablemente me habló, me extiende la mano.

—Yo sí no pienso rechazar tu saludo. —El chico me sonríe.

De inmediato, siento a mi rostro arder al saber que vio cómo Madison me ignoró.

La sonrisa del chico... 

¡De Simón!

La sonrisa de Simón se borra y su mano vuelve a su lugar.

¡Vaya! Al parecer, tu cara color tomate lo asustó.

Me temo que sí.

—Chicos, las parejitas lo dejamos para después —dice la profesora, mirándonos a Simón y a mí detenidamente.

¡Caramba! ¿Qué más podría pasar?

Siento varios ojos puestos sobre nosotros y me da ganas de salir corriendo.

—Ahora todos formaremos un círculo —continúa la profesora, y aún con mi cara color tomate me obligo a reaccionar.

Paso por el lado de Simón, y me ubico al lado de Fabián.

—Hija, por favor, deja tu mochila en una de las sillas —me dice la profesora.

¡Ay, Chiara! Todo te pasa a ti.

Dejo mi mochila en una de las sillas vacías que están a nuestro alrededor, y luego me reincorporo al círculo.

—Listo. Ahora sí vamos a empezar. —La profesora suena muy alegre —. Primero, les invito a tomar asiento... —dice, mientras sus ojos nos inspeccionan —en el suelo. 

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now