Capítulo 38 | Sombríos y un sueño cumplido

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Chiara da un fuerte grito en la oscuridad.

Despierta totalmente asustada, con el corazón latiéndole apresurado y el sudor recorriendo su rostro.

Ella no demora en sollozar por su pesadilla, y vuelve a asustarse cuando de repente abren la puerta de su habitación.

Madison no demora en encender la luz, y al igual que Karen y Lorenzo, va hacia Chiara.

Ella se controla en abrazarla, porque Lorenzo y Karen ya lo están haciendo. Así que, decide sujetar sus manos.

Lorenzo le pregunta qué pasó, y Chiara tan solo mantiene los ojos fijos en Madison mientras no puede dejar de llorar.

Madison capta lo que Chiara le dice con la mirada.

—Fue una pesadilla, ¿cierto? —le dice Madison, y Chiara asiente con su cabeza.

Karen no demora en consolarla, y Lorenzo le dice a su hija que se tranquilice porque nada eso fue real.

—Pero se sintió como si lo fuera —dice Chiara.

Karen y Lorenzo le preguntan qué soñó, y Chiara tan solo niega con su cabeza, mientras más lágrimas suyas se desbordan.

—Chiara necesita descansar. Me quedaré a dormir con ella —dice Madison.

Karen y Lorenzo asienten. Le dan un fuerte abrazo y un beso en la frente a Chiara. Ellos le repiten que nada fue real y que todo estará bien, y se marchan, pero con esa punzada de incertidumbre en sus corazones.

Madison se acuesta en la cama con Chiara, y la acurruca en sus brazos. Le acaricia la cabeza, mientras disminuye la intensidad del llanto Chiara.

—Sea lo que sea que hayas soñado, me tienes aquí contigo —dice Madison.

Chiara vuelve a sentir ese dolor en su pecho, y para dejar de sentirlo, se aferra más a Madison.

Ese hombre... El vecino nuevo, cuya mirada sombría le aterra mucho a Chiara, ha sido el protagonista de su pesadilla.

Era ese hombre el que tenía un cuchillo en mano, y que a pesar de que Chiara suplicara de que no lo hiciera, él no dejaba de apuñalar una y otra vez al cuerpo de Madison, mientras la tenía tirada en la pista de la calle de sus casas, en las altas horas de la noche.

Chiara no podía moverse. Sentía que su cuerpo estaba plantado en el pavimento. No tenía cadenas que impidieran moverse, pero por más fuerza que hiciera, no podía mover ni un solo músculo.

Mientras Madison agonizaba, sus ojos no se despegaron de los de Chiara, y con una sonrisa llena de sangre, le dijo: "Hasta pronto, mi despistada". Madison dio su último suspiro, y con ello llenó los pulmones de Chiara, que terminó dando uno de los gritos más desgarradores de la existencia.

—Prométeme que estaremos siempre juntas —dice Chiara.

Madison le da un beso en la cabeza y luego separa el rostro de Chiara de su pecho.

—Nada ni nadie nos separará para siempre —dice Madison.

Ella le da un suave beso en los labios a Chiara, y esta jovencita cierra los ojos sintiendo un alivio en su corazón, porque aquel beso delicado fue como un sello a algo eterno.

En esta madrugada, las pesadillas no solo han atacado a Chiara, sino que en este momento también está causándole sufrimiento a Javier.

—¡Déjenlo, por favor! ¡Ya basta! —dice Javier, mientras varias personas, con una cruz en la mano cada una, golpean brutalmente a Fabián.

Javier está atado a un árbol de la iglesia que queda cerca de su casa, y el miedo incrementa a cada segundo que pasa.

Fabián le pide ayuda a Javier, y este jovencito llora desgarradoramente al no poder soltarse de los amarres de la soga.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora