Capítulo 44 | Tormenta y calma - Parte 2

6.7K 430 40
                                    

CHIARA

—Tengo cuatro amigos en la universidad. ¡Son increíbles! —le conté a mi papá una vez en la cena —. ¿Puedo traerlos a casa un día?

—Claro que sí. Todo aquel que quiera a mi princesa es bienvenido —dijo mi papá.

Meneo la cabeza, mientras más lagrimas se desbordan, al mismo tiempo que mi cuerpo se desvanece.

—¿Llamo a alguien? 

Escucho la voz de Rita muy lejos.

—¡Sí, por favor! —dice Madison —. Chiara, mírame.

Su voz también la escucho muy baja, y además la veo borrosa.

—Ya no eres el único amigo que tengo —le dije con gracia a Simón una vez —. ¡Hice un nuevo amigo!

—Ah, ¿sí? ¿Y cómo se llama? —me dijo él.

—Su nombre es Jonathan —le dije.

Trato de controlar el temblor de mi cuerpo, pero no logro conseguirlo.

—Al fin y al cabo, él nos dijo que solo quiere tener sexo con ella. —Las risas de Lilian y Ximena torturan a mi mente.

Mi estómago se revuelve, y pongo todo mi esfuerzo para inclinarme a un lado y vomitar.

Siento todo mi cuerpo débil, y una desesperación llega a mí al sentir que mis ojos se cierran.

➷➹➷➹➷➹➷ ➹➷➹

—Todo fue producto de un choque de emociones —dice la doctora de la universidad —. A veces hay noticias que nos pueden afectar demasiado.

Siento la mirada de Karen sobre mí, y yo tan solo mantengo la mirada en mi regazo.

¿Noticias de amistades falsas?... Por qué reaccioné mal por algo que puede parecer insignificante.

Chiara, ¿otra vez minimizando tu dolor?

Lo siento. A veces me olvido de no hacerlo.

—¿Debe tomar algún medicamento? —dice Karen.

—Le recetaré uno en caso de que las náuseas continúen —dice la doctora —, pero más le recomiendo que hablen con ella. A leguas se nota su tristeza.

—Así será —dice Karen —. Si eso es todo, ya nos vamos.

Nos ponemos de pie y nos despedimos de la doctora con un apretón de manos.

Cuando salimos de la enfermería, mi mirada choca con la de varios alumnos, que me observan curiosos.

—Chiara —Rita se acerca a nosotras —. Lamento lo sucedido...

—¿Estás bien? —le digo, y ella frunce el ceño —. Para ti tampoco deber ser fácil.

—No sabía cómo decírtelo, y quizá no debiste enterarte así —dice Rita —. Rompieron tu corazón...

—No, solo causaron heridas que se cicatrizarán con el tiempo. Ya debo acostumbrarme —le digo.

—Tú los querías, ¿cierto? —dice Rita.

—Quizá por eso duele mucho —le digo —. Creí que realmente eran mis amigos.

Karen me abraza de lado, y me da un beso en la coronilla.

—Cuando hablaban sobre el viaje del último ciclo, yo no estaba incluida, ¿verdad? —le digo a Rita.

—Cariño, deja de atormentarte —dice Karen.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now