Capítulo 68 | ¿Un inesperado sabor amargo?

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Desde que eligió ser abogada, Valentina Silva siempre ha hecho justicia en los términos que ella ha aprendido, pero desde que eseas3sino apareció ha hecho que ella siente tan lejana a la justicia misma.

Ella desde el inició creyó que se trataba de un as3sino en serie. Siempre quiso que su esposo, el oficial Gutiérrez, le diera la razón, pero ahora que ha sucedido un miedo ha incrementado en su interior.

Un fuerte nudo se le arma en la garganta al mirar la noticia sobre la marcha que la comunidad LGBT+ realizó antes de ayer, 02 de noviembre, exigiendo que atrapen a la persona que ya les ha arrebatado demasiado.

No solo ha as3sinado a sus víctimas, sino que les ha destrozado el corazón a decenas de familia.

La abogada Silva sin darse cuenta un par de lágrimas ya ruedan por sus mejillas.

Ella se las limpia, y se pone de pie cuando su bebé ahora es el que llora.

Se acerca a su cuna, y lo carga entre sus brazos, siendo ese pequeño su mayor razón para seguir luchando por justicia en un mundo muy escaza de esta.

─¡Maldito bastardo! ─La voz de su esposo la asusta demasiado.

El oficial Gutiérrez se desahoga en su despacho, sintiéndose tan impotente.

─¡Vanesa! ─dice la abogada desde su habitación.

La niñera va corriendo hacia la abogada.

─Por favor, calma al niño. Iré a ver qué sucede con mi esposo.

La abogada Silva entrega su hijo a la niñera y deja un beso en la frente del pequeño.

Con pasos apresurados se dirige al despacho de su esposo. Al ingresar a ese lugar, encuentra al hombre que ama bebiendo el wiski como si se tratara de agua.

─Mauricio, ya basta. ─La abogada Silva se acerca a su esposo.

Con fuerza le quita el vaso de la mano y lo pone sobre la pesa.

─Qué sucede. ─La abogada Silva acurruca el rostro de su esposo en sus manos.

─Sucede que fui un idiota ─dice el oficial Gutiérrez ─. Tú siempre tuviste la razón, Valentina. Debí hacerte caso en lugar de ignorar esa posibilidad.

La abogada Silva cierra los ojos, soltando un fuerte suspiro.

─Por no tomar cartas en el asunto desde antes, ahora son muchas las víctimas de ese enfermo ─dice el oficial Gutiérrez ─. Perdón por no creerte desde el inicio.

Él acaricia el rostro de su esposa, recordando que ese es el rostro al que teme no ver cada vez que despierte.

─Solo buscabas tranquilizarme ─dice la abogada Silva, y besa la mejilla de su esposo ─. Ahora solo deben concentrarse en atraparlo. ¿Alguna nueva noticia?

El oficial Gutiérrez suelta un suspiro agotado.

─Hasta el momento seguimos sin encontrar un rastro que nos ayude a descifrar quién es ─dice el oficial Gutiérrez ─. Todos los testimonios son muy vagos.

»Pero con lo que sabemos de su modus operandi, existe una probabilidad de algo. ─El oficial Gutiérrez se sirve otro vaso de wiski ─. Ese hombre no vive en un distrito del sur de Lima. Los as3sinos en serie, tan ordenados como él, son muy astutos y calculadores. Eso quiere decir que existe una posibilidad de que viva en un distrito de la zona Norte o Centro de la capital.

La abogada Silva se queda intrigada con esa información.

─A parte de no regresar a un lugar donde ya acechó a su víctima, él jamás ha atacado a ninguna persona en las zonas Norte o Centro ─dice el oficial Gutiérrez ─. Solo es una probabilidad, que espero que sea la acertada. 

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now