Capítulo 44 | Tormenta y calma - Parte 1

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CHIARA

—¿Vas a almorzar con tus amigas y Jonathan? ¿O con nosotros? —me dice Madison, mientras nos encaminamos hacia el comedor.

Mi sonrisa se hizo más grande al verla afuera de mi aula, esperando por mí. Claro que tuve que contenerme para no lanzarme a sus brazos; así que, tan solo nos dimos un abrazo cálido.

Cada vez que sus brazos me enrollan, me siento tan a salvo, tan llena y dichosa.

Anhelo tenerla siempre en mi vida y sentirme así con ella a mi lado.

Bueno, qué pena que hayas quedado con tus amigos.

Sí...

—Hoy es el cumpleaños de Ximena. Así que, almorzaré con las chicas y....

—Jonathan —dice Madison, con un tono de voz apagado.

Mientras, bajamos las escaleras, la miro de reojo, y puedo percatarme de su malestar.

—¿Hay algo que te incomode de él? —le digo, frenando mis pasos.

Madison se para frente a mí, y se lame los labios sin mirarme a los ojos.

¿Qué es lo que tanto piensa?

—Mira, Chiara, no quería contártelo, pero... —Madison echa un fuerte suspiro.

—Pero qué, Madi. —La miro con la cabeza inclinada.

Ella me mira detenidamente, y sonríe.

—Eres tan inocente para darte cuenta —dice Madison.

—¿Para darme cuenta de qué? —le digo.

—De que le gustas a Jonathan, Chiara.

Sin poder evitarlo, una fuerte risa escapa de mí.

—Claro que no —le digo a Madison.

—Es cierto, Chiara. Jonathan te ve con otros ojos —dice ella, y yo tan solo niego con mi cabeza —. Incluso, Simón se ha dado cuenta.

Tras escuchar aquel nombre, me cruzo de brazos.

—Lo mismo pensaste de Simón, Madison —le digo, y ella pone los ojos en blanco.

—Bueno, él ya se rindió —dice, y la miro con el ceño fruncido.

—Estás viendo cosas que no son —le digo, sintiendo un miedo en mi interior.

¿Y si es cierto?

Jonathan ni Simón son Elías... La historia no se va a repetir.

—Chiara, escúchame. —Madison deja de hablar cuando dos alumnos pasan por nuestro lado.

La veo observar nuestro alrededor, y se acerca más a mí al no haber nadie cerca.

—Hay cámaras —le digo.

—Tampoco pensaba besarte. Tranquila —dice Madison, y paso saliva al detener mi mirada en su boca.

Ojalá estuviéramos en casa, y a solas.

—Chiara, él no te ve solo como una amiga.

Y así es como salgo del encantamiento.

—Madison, para —le digo.

—Al menos dame el beneficio de la duda.

—No —le digo, y ella frunce su ceño —. Creo que son tus celos los que te hacen hablar.

—¿Qué?

—No te culpo. Yo también tuve inseguridades cuando te vi con Claudia —le digo.

Madison menea su cabeza y me da la espalda.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now