Capítulo 8 | Cercanía - Parte 2

9.4K 766 77
                                    

MADISON

Por favor, querido cuerpo, no reacciones, no reacciones, no reacciones. Mi padre está aquí y no quiero levantar ninguna sospecha.

Fijo mis ojos en los de mi padre, y al verlo muy atento a nuestras manos entrelazadas, me obligo a alejar la mano de Chiara de la mía.

—Se ve que ella te quiere —dice mi padre.

Sí, pero como una hermana.

Desvío la mirada a otro lado.

—Y yo sé que tú también la quieres.

Rápidamente mi respiración se congela.

¡¿Cómo?!

—Siempre habías querido una hermana de tu edad desde pequeña. —dice mi padre.

Siento un enorme alivio al ver por dónde realmente van sus palabras.

¡Carajo! ¡Qué susto!

—Chiara es tu sueño hecho realidad, hija. No la desaproveches. —Me sonríe —. Agradece que no te tocó hermanastras como las de cenicienta. 

Se me escapa una pequeña risa.

—¿Podrías traerme una jarra de agua, por favor? —le digo, y él se cruza de brazos.

—¿Quieres que Lorenzo te lo traiga? —dice con gracia, y yo le entrecierro mi mirada.

—¿Y mirar a su hija en este estado? Será para que dé un grito al cielo —le digo, y él ríe.

—Sería muy divertido. —dice mi padre, y niego con mi cabeza ante sus risas —. ¿Sabías que los padres de tu madre aún me ven como su yerno favorito? —El orgullo se nota en su voz —. Los entiendo, ¿sabes? ¿Quién no me seguiría adorando? 

Pongo los ojos en blanco.

—Mejor ve a traerme la jarra de agua, por favor —le digo, y esta vez mi padre asiente.

Me despido de mis hermanos con un par de besos en sus mejillas, y mi padre se los lleva.

Angelina y Ángelo son mellizos, y tienen cuatro años. Ambos sacaron muchas características físicas de mi padre, excepto el color de ojos.

Todos los hermanos de mi padre le tienen envidia de la buena por el color de sus ojos. Él lo heredó de su abuelo paterno. Mis tíos cuentan que esa era el arma de mi padre para conquistar a las mujeres, y mi madre me lo confirmó una vez.

En mi adolescencia me encantaba escuchar la historia de su relación. No fue una muy romántica, porque mis padres se amaron, y aún se siguen amando, como amigos.

Yo fui el desliz de una noche. Ambos creyeron nunca verse de nuevo, pero yo evité que eso sucediera. Mi madre fue en busca de mi padre al mismo club donde se conocieron, porque tenía que contarle de su embarazo.

La primera vez que contaron su historia, temí a escuchar: "Tu padre no quiso hacerse responsable, y tuve que obligarlo a hacerlo". Sin embargo, fue todo distinto. Él la miró a los ojos y le dijo: "Ese niño saldrá precioso". Mi madre sonrío de lado, y se cruzó de brazos: "Quién dijo que será niño". Por supuesto, eso fue después de que mi padre casi tenga dos paros cardiacos al recibir la noticia.

Él pudo haberse negado. Al fin y al cabo, no se conocían muy bien, pero mi padre jamás optó por dar un paso atrás. No estaban enamorados, pero por mí formaron una familia.

Así fue hasta que llegó Adriana a su vida.

Actualmente, ya no le guardo rencor, ya que con el tiempo entendí que lo que ha de importar es la felicidad de mi madre y mi padre.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now