Capítulo 9 | La niña de tus ojos

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MADISON ❃

Jamás creí que mi fiesta terminaría con sorpresas.

Luego del maratón de cumbia, reggaetón y música electrónica, sugerí que continúen divirtiéndose en la piscina, como en los anteriores años, con la única diferencia de que yo estaría de cuidadora.

Todos aceptaron encantados. Hasta incluso Chiara lo hizo, e intentó aventarse a la piscina, pero menos mal la sujeté de la cintura y de nuevo la senté a mi lado.

Aún continuaba con el alcohol en su sistema, y no podía ponerla en riesgo al dejar que se bañara en la piscina.

Pasaron dos horas y el sol empezó a ocultarse; así que, mi madre no tardó en ingresar al jardín para gritar que todos salgan de la piscina porque la hora de cantarme el Cumpleaños Feliz había llegado.

En ese momento agradecí que mi madre no se diera cuenta de que Chiara estaba durmiendo a mi lado, tomando a mi brazo como su tronco al creerse un koala.

Su embriaguez ya había bajado, pero aún no estaba sobria.

Lamentablemente, la serenidad de mi madre no duró mucho, porque minutos después ella y Lorenzo se dieron cuenta de que Chiara estaba un poco ebria, al ver sus ojos soñolientos y sentir el alcohol en su aliento.

Ya me estaba alistando para darle una explicación a ambos cuando, de pronto, Lorenzo me sorprendió con sus palabras.

—Me tranquiliza que hayas sido tú con quien tuviera su primera borrachera. Gracias por cuidarla. —Lorenzo me sonrió y me dio un suave apretón en el hombro.

En serio creí que se enojaría con Chiara y conmigo, tal y como sí lo hizo mi queridísima madre.

—Ya, cariño. No te enojes. Las chicas solo se divirtieron. Además, fue aquí, donde están seguras. —Con esas palabras, Lorenzo calmó a mi madre.

—Solo no beban en exceso, por favor —nos dijo mi madre.

—Auch, me duele que no me conozcas —le dije, y ella rio.

Sabe muy bien que no soy de beber alcohol.

—Espero que Chiara también vea al alcohol como su enemigo —dijo Lorenzo, y su hija resopló.

—Solo fueron cocteles con... un sabor muy dulce —dijo, arrastrando un poco las palabras —. No pensé que... me afectarían tanto.

—Bueno, ya. Todos están esperando a cantarle el Happy Birthday a mi hija. Ingresemos a la sala —dijo mi madre, y los tres la seguimos.

Ya todos se encontraban allí. Mis amigos y mis primos ya estaban vistiendo ropa seca.

Todos aplaudieron cuando me vieron. Mi madre se ocupó de Chiara para que yo me posicione al frente de mi pastel.

Luego de soplar las velas, pasaron a las fotos para el recuerdo, y esta vez Chiara no puso ninguna excusa para desaparecer.

Probablemente, en los años anteriores fue mi culpa de que ella huyera de este momento, a causa de mi comportamiento indiferente con ella.

¡Mierda! Yo quejándome de Lorenzo, mientras yo hacía lo mismo con su hija, aunque lo mío tan solo era fingido al igual que mis miradas frías.

¡Carajo! Cómo pude ser cruel con ella y conmigo misma. Me cegué tanto al querer protegerme, y estuve soportando el dolor que sentía por mantenerla alejada, aquel mismo dolor que también sentía Chiara, pero que yo... me obligué a restarle importancia para no mirar atrás e ir por ella.

Pensé que no tenerla cerca sería lo mejor, pero fue todo lo contrario, ya que la tristeza me inundaba al no tenerla a mi lado acurrucada a mi brazo en un día tan especial para mí, como lo hizo hoy, para nuestra foto de recuerdo.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα