Capítulo 15 | Solo ella y yo

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❁ CHIARA 

¡Carambolas! Le di al corazón rojo en lugar del emoji riendo.

Me pareció gracioso el comentario de Simón, pero mi dedo pulgar me traicionó.

Bebo mi chocolate caliente aún con las mejillas rojas por la vergüenza, y luego opto por corregir rápidamente mi reacción.

¿Qué habrá pensado Simón cuando le llegó la notificación de mi reacción? De seguro, se habrá preguntado por qué esta loca le ha reaccionado con un corazón a un comentario que claramente hizo con gracia.

¡Todo me tiene que pasar a mí!

Menos mal ya cambié mi reacción, y espero que Simón se dé cuenta que la primera reacción fue una confusión.

Salgo del chat y dejo mi celular en mi mesita de noche, mientras un bostezo me embarga.

Me acomodo debajo de mis sábanas, y cierro los cejos dejándome llevar por el cansancio.

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Con un poco más de confianza en mi interior, subo al segundo piso y me dirijo al aula donde se realiza el taller de teatro.

—¡Chiara! 

Reconozco la voz de Simón detrás de mí.

Giro sobre mis pies con una pequeña sonrisa.

—Hola —digo cuando llega a mí.

—Qué tal todo —dice Simón, dándome un beso en la mejilla.

Bueno, básicamente, solo juntó nuestras mejillas, pues el beso fue al aire.

—De maravilla —le digo —. ¿Tú qué tal?

—Todo bien —dice con una enorme sonrisa.

Juntos ingresamos al salón.

Simón y yo nos sentamos juntos, mientras esperamos que más alumnos lleguen.

—Mira lo que te traje —le digo, y le doy una cajita que contienen una dona.

Él me recibe la cajita, y no demora en abrirla.

—¡Gracias, Chiara! —Sonríe —¿A qué se debe esto?

—Bueno, quería disculparme por el incómodo momento que te pudo haber hecho pasar Madison la clase anterior —le digo, y su sonrisa se desvanece.

—No fue nada. Ella solo quería protegerte —me dice.

—Puede ser, pero no fue la forma. Ya hablé con ella, y lo entendió. —Sonrío.

—Tan solo espero que no me odie más —dice Simón, y yo echo una pequeña risa.

Simón y yo continuamos hablando, pero de cosas triviales, y es imposible no sonreír todo el tiempo al sentir más confianza en mí.

Quizá también se deba a que hablar con Simón se siente cómodo, aunque no tanto como lo sentía con Elías...

¡Fúchila! No arruines el momento recordando a ese... tonto.

—Y así fue como quedé pelado. ¡Mis sobrinos son unos demonios! —Termina de contarme su anécdota, y no puedo evitar sentir pesar por él, aunque una risa escapa de mi garganta al ver un espacio sin cabello en medio de su cabeza, en la foto que me muestra.

—Lo siento —le digo rápido, y me cubro la boca con las manos.

Él niega con su cabeza, echando una pequeña risa.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now