Capítulo 57 | Cuarzos de pasión

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CHIARA

Este sexto ciclo está demasiado agotador. 

El anterior ciclo universitario tampoco estuvo fácil, pero parece que este ciclo quiere acabar conmigo.

¡Carambolas! Lo peor han sido los dolores de cabeza provocados por el estrés.

Ni siquiera hemos llegado a las semanas finales y ya me he amanecido varias noches por terminar mis trabajos a tiempo, pero no solo eso, sino que también he estado muy enfocada en el taller de literatura que estoy llevando.

Este taller finalizará en diciembre, y a lo largo de los meses iremos realizando diversas actividades que me ayudarán mucho con el desarrollo y la mejora de mis habilidades de escritura, con el fin de crear mis propias obras literarias.

Llevo dos clases por semana, que se realizan virtualmente, y hasta el momento hemos creado textos literarios, como poemas, ensayos personales y cuentos cortos. Para la quinta semana de clases, compartimos entre nosotros los escritos, que hemos elaborado durante el taller, para poder proporcionar comentarios y sugerencias. Mi profesora quiso mejorar la calidad de los trabajos, mediante esa dinámica, y la verdad es que ha funcionado, pues a mí me ha ayudado demasiado la crítica constructiva del compañero con el que hice esa dinámica.

Hasta el momento con esos ejercicios de escritura he podido desarrollar nuevas ideas para las historias que ya tengo escritas. Por esa razón y otras más, puedo asegurar que me la he pasado muy bien durante estas cinco semanas del taller, a pesar de estar cansadita por mis clases de la universidad.

Bueno, tampoco todo podía ser perfecto.

¿Y si te clonamos? Tener dos Chiara podría disminuir tu cansancio.

Mmm... No es una mala idea. Además, sí que lo necesito mucho.

Debido a todos mis proyectos y trabajos, no pude pasar mucho tiempo con Madison, a pesar de vivir en la misma casa.

Tampoco, pudimos dormir juntas, porque a causa de las evaluaciones de la cuarta semana de clases ni siquiera supe qué era dormir. Sin embargo, las dos demostramos que, por nada del mundo, dejaríamos de preocuparnos una por la otra. Por eso, siempre en la noche Madison me traía un cappuccino o un postre de la cafetería del vecino Alberto.

Yo también, cuando tenía tiempo, aprovechaba en prepararle los tallarines rojos con queso rallado que tanto le gustan. Claro, tuve que mejorar mi receta y aprender a cocinarlo muy rico solo para ella, y cuando esos tallarines ya estaban listos, yo se los llevaba su habitación.

Madison muy contenta me recibía el platillo, pero por desgracia no podía quedarme a su lado, pues yo tenía que volver a mi habitación para continuar con mis trabajos de la universidad.

Gracias al cielo ya nos encontramos en la sexta semana de clases, lo que significa un poco de respiro para nosotras y también para nuestros amigos.

El lunes de esta semana lo inicié muy feliz con Madison. Ella amaneció a mi lado.

Hoy es sábado, y durante estos días hemos pasado tiempo juntas. Sin embargo, aún siento que las cinco semanas anteriores no han quitado mucho. Por eso, estuve pensando desde el jueves en realizar una sorpresita a Madison.

En estos momentos, yo ya me encuentro en casa, pues mi clase de la mañana en la universidad ya terminó. Sin embargo, aunque el de Madison también haya terminado, salió a comer con su papá y los mellizos para celebrar el cumpleaños de la señora Adriana, su madrastra. Por esa razón, sé que Madison llegará noche.

El señor Alonso muy cortés nos invitó a mi papá, a Karen y a mí, pero por motivos de trabajo mi papá no podría asistir. Karen también dijo que no podría por motivo a que tenía una reunión con los profesores de la institución donde trabaja; es decir, mi excolegio.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now