Capítulo 83 | Lo hecho, hecho está - Parte 1

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Thomas no huía de la policía por ser el as3sino o el que secuestró a los chicos.

Huía porque no quería que lo alcanzaran. Thomas necesitaba ir a Italia tras recibir la noticia de que la mujer que ama ya no se iba a casar, porque su prometido le estaba siendo infiel.

─Ya estoy saliendo para allá ─le dijo Thomas a esa mujer, mientras metía desesperado dos maletas en la cajuela del taxi ─. ¡No cometas ninguna estupidez! Espera a que yo llegue.

Thomas había intentado comunicarse con Alberto para avisarle que estaba adelantando su viaje a Italia, pero Alberto no contestó ninguna llamada, porque él mismo se encargó de destruir su teléfono según su plan.

Thomas no tenía idea de eso, y es una lástima que no llegue a tiempo a Italia, porque su hermano otra vez rompió con su juramento. Una vez más lo terminó engañando y Thomas deberá pagar las consecuencias.

Ahora que los muchachos saben quién es Alberto en realidad, algunas cosas empiezan a tener más sentido.

«Nunca puedes llegar a imaginar qué tan cerca de ti puede estar un monstruo, y por eso es difícil de atraparlo, porque recién te das cuenta cuando ya te tiene en sus manos», Fabián recuerda las palabras que Thomas le dijo en la cafetería. Lo hizo aquel día en que los muchachos hicieron teorías sobre un posible romance entre Thomas y Alberto.

Ahora saben lo equivocados que estuvieron, mientras Alberto sigue aprisionando a Daniela por detrás con un arma en su cabeza.

Madison siente que el corazón se le va a salir de la boca. Ahora entiende por qué las facciones del rostro de Thomas las recordaba de algún lado. «Son parecidas a la de Alberto», piensa Madison.

Daniela llora con sus pulsaciones aceleradas y muriéndose de miedo porque Alberto no deja de hacer presión en su sien con el arma.

─Quise darles yo la sorpresa, pero ustedes terminaron dándomela. ─Alberto les sonríe a Madison y a Fabián ─. ¿Lo mataron? ─Alberto mira el cuerpo de su cómplice.

Madison y Fabián no responden. Aún les cuesta ver esa mirada turbia en alguien que parecía ser todo lo contrario.

─Supongo que no ─dice Alberto.

Esa sonrisa genuina ahora se muestra siniestra, y para los tres jovencitos resulta escalofriante. Alberto se acomoda sus lentes nuevos y esto es un golpe para Madison.

Ella recuerda cuando Alberto le fue a llevar desayuno a Thomas y este lo abofeteó, lo que provocó que sus lentes salieran volando. Madison pensó que Thomas era el as3sino, y ver a Alberto lastimando a Daniela la llena de miedo y sorpresa.

─Ya deja de llorar, Danielita ─dice Alberto golpeando suavemente la cien de la joven con la punta de su arma, lo que le provoca más pavor a ella.

Fabián aprovecha el enfoque de Alberto en Daniela y se agacha para sujetar el arma del cómplice de Alberto.

Fabián jamás ha apuntado a alguien con un arma, pero se pone fuerte ante la persona a quien creyó que era su amigo.

Alberto y Daniela se dan cuenta que Fabián apunta hacia su dirección, y Alberto rompe en carcajadas, mientras Madison se obliga a no perder el control. Le preocupa que sus amigos salgan lastimados por enfrentar de esa forma Alberto.

─Qué tales agallas la tuya para apuntarme con un arma sabiendo que tengo a tu amiga en mi poder. ─ Alberto aprisiona con más fuerza a Daniela desde atrás, y la presión se le baja más a la joven.

Madison se da cuenta que las manos de Fabián tiemblan, pero también se da cuenta de lo decidido que está por liberar a Daniela de los brazos de Alberto.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now