Capítulo 92 | ¿Sabor a justicia? - Parte 2

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Ya ha pasado más de un mes, donde los sueños siguen floreciendo, a pesar del miedo que aun sienten.

Hoy es 16 de febrero, y hace exactamente un mes celebraron el cumpleaños de Madison.

Aquel día, Chiara fue la primera persona que Madison vio cuando abrió los ojos. La joven de ojos esmeraldas la felicitó, y se sentó a su lado con el ukelele. Chiara acurrucó el rostro de Madison y juntó sus frentes. Sus miradas seguían conectadas, y sus labios entreabiertos, deseando atraparse entre ellos.

Madison en su interior deseó despertar siempre así en su cumpleaños.

─El año pasado me regalaste este ukelele para mi cumpleaños ─dijo Chiara cerca de la boda de Madison ─. Ahora yo te dedicaré una canción con este ukelele por tu cumpleaños.

Chiara le cantó "Hoy" de Gian Marco, mirándole a los ojos, mientras sus dedos armaban una linda armonía con el ukelele. Fueron cuatro días seguidos de práctica, y aunque su voz no es la más afinada, la dulzura llegó hasta el corazón de Madison y lo hizo latir más fuerte.

Ella sonrió en todo momento, preguntándose si esta vez la vida le sonreía.

Chiara terminó de cantar, y Madison aplaudió. Ambas jovencitas se agarraron de las manos, mientras sentían que sus almas se entrelazaban y cortejaban como la vez que declararon su amor.

Chiara pasó su mirada por todo el rostro de Madison. Aún estaban los moretones, pero con un color menos intenso. Madison no sintió tristeza por los golpes en sus mejillas y mentón. Ella solo decidió que eso no se interpusiera en su felicidad.

─Nuestro país lleva dos colores, el rojo y el blanco ─dijo Chiara, manteniendo unidas sus manos a las de Madison ─. El rojo simboliza toda el amor y la pasión que siento por ti... El blanco es la paz y tranquilidad que tú me brindas.

Madison la atrajo hacia ella, y la besó con tanta pasión, que sus pulsos se aceleraron, mientras sus lágrimas caían.

El día continúo. Las felicitaciones siguieron llegando, y antes que terminara la noche, Chiara le preparó una cena a Madison. La cumpleañera quedó cautivada con la hermosa decoración de rosas rojas en el comedor.

Sus familiares más cercanos y amigos más íntimos estaban allí. Fue una de las cenas más significativas para Madison, porque ya no se reprimió a besar el dorso de la mano de Chiara, a decirle que la ama ni a quedarse mirándola con devoción.

Chiara tampoco se impidió a contemplar a Madison con ese brillo especial en su mirada.

Esa noche Madison vistió un vestido rojo vino que le llegaba hasta las rodillas, mientras que Chiara se puso el vestido blanco, con pequeñas flores lluvias grabadas, el cual Madison le obsequió en Navidad. Ambas relucieron elegancia, con sus peinados y accesorios.

Chiara siguió llevando el vendaje en su cabeza, pero la adornó con una diadema. Madison llevó el cabello recogido en una cola alta con ondas. Chiara se las hizo. Lo especial de todo eso fue que se ayudaron a arreglarse para esa noche, y que también ambas llevaron sus collares de cuarzo color dorado.

Los mismos cuarzos que se rozaron hace muchos meses, mientras sus cuerpos desnudos sincronizaban. Eso ninguna lo olvida.

Madison agradeció a los presentes, y luego decidió hacer algo que siempre quiso hacer. Esa noche invitó a Chiara a bailar. Ella aceptó encantada, y ambas se pararon a pocos metros de la mesa.

El padre de Chiara se dirigió al antiguo equipo de sonido que estaba puesto en el mueble la esquina, abandonado y esperando a sonar una vez más para Madison y Chiara.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now