Capítulo 49 | Palabras liberadas

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—Tuve tantas ganas de hacer esto —dice Javier.

Fabián sonríe mientras Javier, por primera vez, le acaricia la mejilla con los dorsos de su mano.

Ellos se encuentran en la habitación de Javier a solas.

Javier termina de acariciar una mejilla de Fabián y continúa con la otra mejilla. Fabián ríe en voz baja cuando Javier termina acariciando sus dos mejillas al mismo tiempo.

—Eres súper tierno —dice Fabián.

Javier le sonríe, y en pocos segundos besa a Fabián con muchas ganas.

—¿Eso te parece tierno? —Sonríe Javier.

—Tal vez —dice Fabián, y vuelven a besarse.

Javier se inclina hacia atrás, tanto como para terminar echado en su cama, mientras que Fabián se sube en su encima sin dejar de besarlo.

Javier jamás imaginó terminar así con su crush, y Fabián tampoco imaginó estar devorándole la boca al primo de su mejor amiga.

Ambos no imaginaron combinar sus respiraciones, escuchar sus jadeos, ni sentir sus caricias. Los dos sienten miedo e incertidumbre por el futuro, pero esperan afrontarlo juntos.

Ya ha pasado cuatro días desde que Javier fue dado de alta del hospital. El jovencito invitó a Fabián esta mañana a su casa para que platiquen con su padre.

Después del mediodía irán a hablar con la madre de Fabián.

Quizá parezca que ya van a oficializar su cortejo ante todos, pero ambos consideran que por el momento aún deben mantenérselo en secreto al resto de sus parientes, compañeros de clase o demás amigos, porque los dos desean que esta etapa, que están pasando juntos, tenga un inicio tranquilo y no lleno de negativas por culpa del resto.

Ambos creen que lo importante es sentirse cómodos, y ellos se sienten así con solo contárselo a sus amigos más cercanos, también a su madre, por el lado de Fabián, y a su padre, por el lado de Javier.

Hasta ahora no pueden olvidar la sorpresa que, especialmente, se llevó Madison.

Hubo una charla de ellos dos y Madison a solas. Ahí Javier le aclaró que no podía contarle sobre sus sentimientos hacia Fabián, porque él era su mejor amigo. Javier no quería crear ningún tipo de incomodidad o tensión en caso de que Madison vea a Fabián con otra persona.

Madison lo entendió perfectamente, y se mostró muy feliz por ambos jovencitos.

—¡Chicos, el almuerzo ya está listo! —dice Enrique.

El beso de los chicos se rompe, pero sus suspiros se entrelazan muy fuerte en el aire.

—¡Ya vamos! —dice Javier.

Enrique aún cree que Fabián es un amigo muy cercano de su hijo, y se siente muy contento por compartir una mañana y un almuerzo con el muchacho para conocerlo más.

Enrique ha tenido una muy buena impresión de Fabián, porque le gustó que tuviera metas en esta vida, así como su hijo la tiene.

Un consejo que su padre siempre le ha dicho a su hijo es que se rodee de amigos con aspiraciones, que le sumen y no le resten, y que lo animen a superarse y no a convencerlo a que se conforme con lo que tiene.

Enrique es consciente que puede haber momentos donde no tienes algún sueño o meta en mente. Eso no está mal, pero tampoco eso quiere decir que vas a vivir la vida teniendo pensamientos mediocres que te lleven a ser una persona conformista o pesimista, porque sí puedes caminar por el mundo sin ningún destino en mente, pero cada día que caminas buscas ser mejor a la persona que fuiste ayer.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora