Capítulo 28 | ¿Es una competencia?

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Unas cuantas horas antes

Madison tras haber terminado el trabajo en grupo, toma la decisión de ir a la casa de Mabel, tal y como se lo dijo anoche por mensaje, ya que ambas necesitan hablar sobre lo que sucedió en aquella fiesta de San Valentín.

Daniela, quien ya está enterada de lo ocurrido, le dice a Madison que vaya con cuidado. Fabián también se despide de Madison, y ella no demora en salir de la universidad e ir a la casa de Mabel.

Le toma cuarenta minutos llegar a la casa que, en el pasado, ya visitó varias veces.

Cuando Mabel escucha que tocan el timbre, rápidamente va hacia la puerta. Tras abrirla, mira con pesar a Madison.

—Disculpa —le dice Mabel, y Madison sonríe de lado.

—Primero, hola. ¿Cómo estás? —le dice Madison, y Mabel sonríe.

Mabel le invita a pasar a su casa, y juntas se dirigen al jardín. Ya que no hay nadie más en la casa de Mabel, pueden hablar al aire libre sin tabúes.

Tras tomar asiento, Mabel le expresa a Madison lo mucho que siente haberla expuesto ante su hermanastra. Mabel le explica que la besó porque creyó que, al estar reunidos con personas que tienen la mente abierta, no tendrían ningún problema en saber que dos mujeres se acuestan; sin embargo, jamás imaginó que en esa fiesta estaría Chiara.

Madison le dice a Mabel que Marco ya le puso al tanto de ello, y le pide que deje de sentirse tan mal hasta el punto de llorar. Mabel desvía la mirada y pasa saliva con fuerza.

—¿Se nota mucho? —le dice Mabel, y Madison asiente con la cabeza.

—Tus ojos no pueden mentir —dice Madison, tras observar lo decaídos e hinchados que están.

—Creí que estabas enojada. Temí a que no respondieras mis mensajes —le dice Mabel.

Madison suelta un fuerte suspiro y luego niega con su cabeza.

—No había razón para que lo esté. Tus intenciones no fueron malas. Te conozco muy bien, Mabel —le dice Madison.

—De todas formas, discúlpame —dice Mabel.

—Está bien. Todo está solucionado. —Madison le da un suave apretón en el hombro.

Mabel le sonríe, y le pregunta qué sucedió con Chiara después de esa noche. Madison le cuenta sobre ello, y Mabel se pone contenta al saber que no causó una brecha entre ellas.

Madison le pide a Mabel que le cuente sobre su vida en Estados Unidos, y vaya que no duda en contárselo con lujos y detalles. Después de un año regresan esas pláticas largas que solían tener.

—Te extrañé —le dice Mabel de repente.

Madison se queda en silencio por unos segundos, y luego suelta una suave risa cuando Mabel ríe fuerte.

—Vaya. Si no me has extrañado tú a mí, solo dilo —le dice Mabel con gracia.

—Bueno, no puedo negar que ya me había acostumbrado a nuestras charlas y encuentros —le dice Madison.

Las risas cesan, y el silencio que se arma le permite a Mabel observar a Madison a detalle.

—Has cambiado. Incluso tu risa se escucha diferente —le dice Mabel, y Madison vuelve a reír —. Solo escúchate. Hay mucha vida en ellas.

—Las clases de literatura sí que te han cambiado a ti —dice Madison, y Mabel ríe.

—No cambies de tema —le dice Mabel —. Hay alguien ahí, ¿cierto? —Mabel apunta el corazón de Madison, y ella desvía la mirada.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now