Capítulo 7 | Rosa brillante

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MADISON ❃

Hoy es domingo, 15 de enero, y ya los invitados han llegado.

Mi madre me informó que los jóvenes ocuparemos todo el espacio del jardín, y los más adultos se divertirían platicando en la amplia sala de la casa.

Estuve de acuerdo con ello, aunque, conociendo a mi padre, lo más probable es que invada el jardín para meterse a la piscina. Eso a mí no me molesta, ya que mi padre es como un amigo más en medio de los jóvenes. Obviamente, la única diferencia es la edad. Sin embargo, como una vez escuché, la juventud está en la mente.

Pensaba bajar a saludar a todos mis invitados, pero primero quería hablar a solas con mi primo Javier, hijo del hermano mayor de mi padre, porque necesito actualizarlo de todo.

Por llamada no es lo mismo.

—Entonces, ¿ahora serán amigas? —dice Javier, mientras acaricia mi conejo de peluche.

Ese fue el obsequio que me dio Chiara cuando cumplí 13 años. Lo tenía guardado, pero lo saqué de su caja y empecé a dormir con ese peluche cuando acepté mis sentimientos por ella.

De alguna u otra forma, quería tenerla más cerca de mí, y dejar de permanecer lejos de ella como siempre me encargaba de hacerlo.

¡Vaya!, qué forma de torturarme todo este tiempo.

—Supongo que así me verá ella, como su amiga y buena hermanastra —le digo, y expulso una pequeña risa de tristeza —. Me prometí a mí misma hacer el intento de ser la hermana que ella siempre quiso que sea. —Expulso un suspiro, buscando aguantar las lágrimas —. Suena espantoso, ¿sabes?

—Suena así porque tú la quieres de otra forma, Madison —me dice Javier —. Sí sabes que puedes salir mal de esto, ¿no?

—Entonces, qué debo hacer. ¿Seguir siendo indiferente con ella? ¿Seguir lastimándola?

Miro a través de la ventana de mi habitación, y expulso una pequeña risa cuando observo que Fabián y Daniela ya empiezan a devorar los bocaditos del banquete colocado en el amplio jardín.

De pronto, mis ojos captan a Chiara caminando por el jardín. En la forma en cómo observa a su alrededor pareciera que estuviera en busca de algo.

Su cabello rubio brilla más con los rayos del sol, y su corto vestido veraniego de color coral le queda tan hermoso.

Ella me roba tantos suspiros a una intensidad que nadie puede imaginar.

—Prima...

—Yo la quiero demasiado, y duele saber que entre nosotras jamás sucederá algo. Sin embargo, ya lo acepté. —Mi voz sale apagada —. Yo ya estoy pasándola mal, Javier, pero evitaré que ella también la siga pasando como antes.

Mi primo me abraza por detrás, y me limpio las lágrimas que no recuerdo cuándo comenzaron a desbordarse.

—Será mejor que bajemos. Ya me desahogué contigo. —Le doy un par de suaves palmadas en el hombro a mi primo, y paso por su lado.

—Madison —dice Javier, y giro hacia él —. Gracias por confiar en mí. Recuerda que siempre estaré para ti cuando me necesites.

—Gracias —le digo con una pequeña sonrisa, y ambos salimos de mi habitación.

Llegamos a la sala, y todos los que están ahí me sonríen al verme.

—¡Mi hermosa hija, aquí estás! —dice mi padre, y se pone de pie para enrollarme en sus brazos.

—Padre, me estás asfixiando —le digo, y él al fin me deja respirar.

Paso a saludar a todos mis familiares paternos y maternos, y también a los padres de Fabián, que son los únicos vecinos que invité.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now