Capítulo 17 | Un llamado de emergencia

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Encontrar amigos que te apoyen incondicionalmente es de suerte, y Daniela se siente muy afortunada, debido a que su camino se haya cruzado con el de Fabián y Madison.

Daniela ha pasado por muchas cosas desde que su padre decidió convertirse en quien realmente quería ser.

La madre de Daniela impidió a su exesposo ver a su hija, después de que él decidiera ser una mujer transexual. La señora lo tachó como una peste, y alejó a su hija de su exesposo. Daniela dejó de ver a su padre desde los nueve años, y cada noche rezaba para que su padre estuviera bien.

Su padre, quien ya era una mujer, siempre buscaba comunicarse con su hija, pero la madre de Daniela siempre se encargó de que jamás la volviese a ver. Pasaron cinco años hasta que llegó aquel reencuentro tan ansiado por ambos.

Daniela en ese entonces tenía un novio, y su padre quien siempre seguía sus pasos se enteró de ello. Un día se comunicó con el novio de Daniela, y entre lágrimas le dijo que él era su única esperanza para volver a abrazar a su hija, debido a que las tías de Daniela jamás le quitaban un ojo de encima. No querían que su padre se acercara a ella.

El novio de Daniela, tras escuchar la historia que le contó su padre, se compadeció, y decidió ayudarlo... o, mejor dicho, ayudarla. Aquella hermosa mujer transexual no podía creer que un chico de 14 años la entendiera y sintiera empatía por ella, porque estaba acostumbrada a que los más jóvenes también ser burlaran de ella.

El chico permitió que la resiliente mujer entrara a su casa, y esperara allí para ver a su hija después de cinco años. Cuando Daniela tocó el timbre, porque supuestamente haría una tarea grupal con su novio, aquella hermosa mujer sintió que todo a su alrededor se paralizaba.

Daniela al entrar a la casa de su novio, jamás imaginó que después de tantos años volvería a ver a su padre... Sí, a su padre, porque, para Daniela, aquella hermosa mujer jamás dejaría de ser una de las personas que la trajo al mundo y la amó desde que la tuvo en sus brazos.

Cuando Daniela vio a aquella hermosa mujer, con solo ver sus ojos supo que se trataba de su padre, y con sus lágrimas apunto de desbordarse, corrió a los brazos de su padre.

El abrazo que se dieron fue uno tan fuerte que parecía que intentaban unirse para siempre. Ambos querían sentir el calor del otro. Ambos querían volver a sentir los latidos del otro.

Por un momento, el padre de Daniela tuvo tanto miedo en que su hija la rechazara. Sin embargo, Daniela le aseguró que jamás rechazaría a su propia sangre.

Daniela tuvo muchas preguntas en su cabeza sobre el cambio de su padre, y la hermosa mujer le respondió cada pregunta.

—Para mí, tú siempre serás mi padre —le dijo Daniela —. Aunque quizá ahora deba llamarte mamá.

—Llámame como tú desees, hija mía —le dijo su padre, acariciando la mejilla de su hija, que estaba humedecida por sus lágrimas.

Daniela, durante esa tarde, jamás dejó de cautivar a su padre. Ya no tenía el cabello corto y negro como la última vez que lo vio, sino que lucía un cabello rubio largo y reluciente que iba en ondas. La piel de su rostro lucía radiante como siempre, solo que ahora estaba cubierta de maquillaje. Tenía los labios pintados de un color carmesí, y se le veía tan elegante con ese vestido largo y las joyas que llevaba.

—Eres hermosa —le dijo Daniela, y la hermosa mujer abrazó a su hija —. Ahora cuál es tu nombre. No creo que te sigas llamando Rubén.

Ambas rieron entre lágrimas.

—Mi nombre es Carla —le dijo su madre.

—Es un lindo nombre —dijo Daniela, y se acurrucó en los brazos de la hermosa mujer.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now