Capítulo 13 | Helados del pasado

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❁ CHIARA 

—Oh, no. Sujeta esto, por favor. —Le doy a Madison mi cono, y me acerco rápidamente al pequeño —. Hola, amiguito. Ven, te ayudo. —Me acuclillo para ayudar a levantarlo.

El pequeño, que no ha de pasar los cuatro años, continúa llorando mientras le limpio los rastros de pasto que hay en sus rodillas descubiertas.

Gracias al cielo, no se ha golpeado fuerte, pero para un pequeño como él, toda caída es demasiado dolorosa.

Oh, a menos que no esté llorando por su caída, sino por su helado. Analizo eso cuando observo que el pequeño llora, viendo a su helado derramado en el suelo.

—Eso le pasa por correr —dice una niña, de aproximadamente diez u once años, posicionándose al lado del pequeño —. Hola. Te presento a mi hermano, el niño más inquieto de este mundo. —Lame su helado de chocolate con tanto disfrute.

—¡Mi heladito!

Escuchar la tierna voz sollozante del pequeño me llega al corazón.

Observo a Madison, quien también está a nuestro lado, mientras saborea su helado de frambuesa.

Ella se da cuenta que la estoy mirando, y deja de lamer su helado.

—¿Qué? —dice Madison, y yo, aún estando sentada en cuclillas frente al pequeño, estiro mi brazo en dirección a ella.

—Pásame mi helado, por favor —le digo, y ella frunce su ceño.

—¿Para qué? —dice Madison, y yo echo un suspiro.

—Para dárselo al niño.

Madison no demora en mirarme con horror.

—No te compré este helado para que otro lo disfrute —me dice.

—Madison, el pequeño quiere un helado. —Le hago un gesto para que no diga nada más en frente de los niños, pero ella parece ignorarme.

—De seguro se puede comprar otro —dice Madison con obviedad, y la hermana del niño no demora en negar con su cabeza.

—Nuestro padrino solos nos dio diez soles. Cinco soles para él y cinco soles para mí.

—¿Y tú no le puedes invitar la mitad de tu helado a tu hermano? —le dice Madison a la niña, y ella la mira como si hubiera dicho una locura —. Bueno, con eso dices mucho.

Madison solo niega con su cabeza, desviando la mirada, cuando acerco mi mano a la suya para quitarle mi helado.

—Tú puedes compartirme la mitad de tu helado —le digo, y ella no demora en sonreír, aun con la mirada en otro lado.

—Iré a hacer cola para comprarte otro, porque no pienso compartir mi helado —me dice.

Echo una suave risa, y le digo que no es necesario que me compre otro, pero ella me ignora y se marcha hacia la cola de personas, que no está grande.

Pero tampoco tan pequeña.

—Para la próxima ten más cuidado. Te podrías lastimar —le digo al pequeño, y le doy mi helado.

Él se pone muy contento, y no demora en darle una gran lamida.

—Agrádesele a la señorita —le dice su hermana.

—Gachas —dice el pequeño con su boca cubierta de helado.

Me quedo sorprendida cuando el pequeño me da un beso en la mejilla.

La niña le ofrece su mano al pequeño, y él la sujeta.

—Adiós, señorita —me dice la niña.

—Adio señita —me dice su hermanito.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now