Capítulo 51 | El sabor de una pérdida

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Adelaida, una mujer con un carácter muy fuerte, pero con una debilidad en la vida: su hija.

Oh, bueno, eso era lo que todos pensaban.

Siempre decía morir por su hija, pero su corazón se hizo tan duro con ella por apoyar la transformación de su exesposo y, también, la del exnovio de Daniela. Aunque, claramente, lo primero le dolió más.

Adelaida era una mujer muy orgullosa y resentida, que jamás podía olvidar ni perdonar.

Para Adelaida, saber que su hija no la elegiría a ella por apoyar a Carla, fue como sentir una profunda apuñalada en el pecho.

Después de que le echara de su vida, Adelaida creyó que Daniela regresaría a pedirle perdón y a quedarse a su lado, pero eso jamás sucedió y el rencor de paso la cegó.

Quería actuar como si ellos no existieran, y por eso les pedía que la dejaran sola y que jamás volvieran a dirigirle la palabra si no es para pedirle perdón.

Pero ¿quién podría juzgarla?

La mujer fue educada por una familia muy conservadora, que rechaza la homosexualidad a toda costa.

Tal vez, Adelaida pudo haber escuchado a su hija y a Carla, pero desde que se alejó de ellos, sus hermanos no dejaban de decirle que hizo lo correcto y que son Daniela y Carla quienes son lo malo en toda esta situación.

Adelaida se hacía la fuerte para evitar llorar frente a sus hermanos, pero cuando se quedaba sola en su casa, lloraba con tanto dolor, mientras veía el álbum de fotos de su hija.

El tiempo transcurrió, mientras aprendió a ahogar sus penas en alcohol y cigarrillos. Lamentablemente, ella cayó en depresión y lo peor es que sus hermanos se aprovecharon de ello.

Adelaida al darse cuenta de que sus hermanos solo la veían como un Banco, decidió exigirles que nunca más vinieran a verla. Entonces, ahí se quedó completamente sola, y fue el año pasado que su salud empezó a irse a la deriva.

Durante varios meses, ella ignoró cada síntoma y dolor en sus órganos, pero a principios de este año, su vecina la obligó a ir al hospital al verla delgada y pálida.

Fue tan devastador escuchar al doctor decir que Adelaida tenía cáncer al estómago.

Su vecina estuvo allí para sostenerla, pero el doctor le pidió avisarles a sus familiares, porque lo que se venía sería una lucha muy dura.

Lo triste fue escuchar a Adelaida decir que ella no tenía a nadie. Por su expresión en el rostro y el tono de su voz, ella no lo decía con resentimiento o rencor, sino con mucho dolor.

Su vecina se comprometió a no dejarla sola.

Adelaida sabía lo terrible que sería esa enfermedad, debido a que su madre murió de lo mismo. Así que, sabía muy bien lo que significaba ese tumor en el estómago.

Muchas cosas se le vino a la mente, pero al final fue el rostro de su hija el que invadía sus sueños y le suplicaba no rendirse, porque Adelaida jamás olvidaría lo optimista que puede ser su hija.

Después de unas cuantas semanas de saber su diagnóstico, Adelaida quiso hablar con Daniela y Carla para contarle lo sucedido, pero se cuestionó tantas veces si ellos quisieran verla después de todo lo que les dijo.

Como ya era de costumbre, Carla y Daniela la llamaban, y fue en el mes de mayo, dos semanas antes de que se operara, que le dijo a Carla que ya no la llamaran más y que se olvidaran de ella.

Esa fue la primera vez que Adelaida la llamó Carla y no Rubén. Fue la primera vez que lo dijo, entendiendo en su interior la decisión que su exesposo tomó hace muchos años.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora