Capítulo 93 | ¿El sabor de la fuerza y resiliencia?

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MADISON ❃ - 24 de marzo

Han pasado dieciséis días desde la sentencia.

Han pasado muchas cosas.

Mis amigos, mi novia y yo seguimos yendo a terapia. Siempre estamos al pendiente de nuestros procesos, y se siente bien estar con menos miedo.

Siento que ha ayudado mucho que esos tres sujetos estén encerrados y ya nunca más puedan salir.

Pero siempre hay un «pero».

Por desgracia sí.

Aún nos limitamos a salir a la calle con frecuencia.

Tenemos a nuestros guardaespaldas, pero los periodistas no cooperan. ¡Carajo!

La prensa no deja de enviarme invitaciones a mi correo y redes sociales para que les dé alguna entrevista. Lo mismo hacen con Chiara, mis amigos y mis demás familiares.

La verdad es que nos sentimos invadidos cuando salimos de nuestras sesiones de terapia y se nos acercan periodistas a bombardearnos con preguntas. Es muy jodido salir de un lugar tranquilo y luego enfrentarnos al ruido de esas personas con cámara en el hombro y micrófono en mano.

Me esfuerzo en ser respetuosa con ellos, porque sé que la mayoría solo hace su trabajo.

Intento sobrellevar todo, pero siento que estaría un poco mejor si no tuviera a la prensa pisándome los talones. Chiara y mis amigos también se sienten incómodos.

Nosotros solo queremos tranquilidad por parte de los medios de comunicación. Necesitamos eso, porque continuamos en un proceso de recuperación.

Dentro de dos días inician nuestras clases, y no queremos a los periodistas en la puerta de nuestra universidad. Somos muy conscientes de que la prensa seguirá insistiendo hasta que se cansen, pero no estamos dispuesto a esperar a que el cansancio les llegue. Nosotros ya hemos decidido ponerle un alto de una vez.

Estuvimos buscando a alguien que nos pudiera entrevistar. No queríamos a un profesional del periodismo que invadiera nuestra casa con todo su equipo para abrumarnos con tantas preguntas, sino que queríamos a alguien que se ofreciera a escucharnos, y luego publicar la entrevista en las redes sociales de la comunidad LGBTIQ+ de nuestro país.

Le hubiéramos pedido a Simón por ser estudiante de ciencias de la comunicación igual que nosotros, pero se disculpó, porque se encuentra de viaje. Sin embargo, nos mandó el contacto de una conocida.

La investigamos por redes sociales, y nos dimos cuenta de que nos había enviado mensajes de aliento hace varias semanas.

Nos comunicamos con ella por llamada, y le hicimos algunas preguntas, porque para nosotros era una desconocida.

Aún nos cuesta confiar en las personas después de lo ocurrido, y bajar nuestros escudos no es de la noche a la mañana.

La chica nos aseguró que quiere entrevistarnos con buenas intenciones. Nos aseguró hacernos sentir cómodos y no como animales en exhibición frente a cámaras.

Le dijimos que solo contaremos lo que nosotros creemos necesario para que la prensa nos comprenda y nos dejen tranquilos. Ella accedió sin ningún problema, y nosotros decidimos darle nuestro voto de confianza.

Ahora solo esperamos a que ella llegue, mientras continuamos siendo refrescados por el viento veraniego en el patio de mi jardín.

Estoy sentada en el sofá con Javier y Daniela, y desde aquí puedo observar a Chiara y a mi primo preparando algodones de azúcar.

Los dos parecen divertirse.

Fabián y Daniela siguen platicando sobre los cursos de este ciclo. No quiero participar en la conversación, porque no quiero morderme las uñas como ellos.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now