Capítulo 90 | Solo quiero ser feliz

3.5K 185 89
                                    

CHIARA

─Buenos días, Madi. ─Acaricio su rostro, mientras ella sale de su sueño.

Acaricio su piel con tanta delicadeza, porque me da miedo lastimarlo más.

Amplío mi sonrisa cuando ella me sonríe.

─Qué lindo es abrir los ojos..., y encontrarme con la luz más hermosa... de todos los mundos.

La voz, aunque un poco somnolienta, y las palabras de mi mosquetera me provoca una emoción que me encoje el corazón demasiado.

─¿Cómo te sientes? ─le digo.

─Mucho mejor si tú estás aquí. ─Sus palabras me hacen sonreír más, mientras ella ─. Lamento que te hayas quedado... a dormir en ese sillón... Debiste volver a casa para que durmieras más cómoda.

Acaricio su cabeza.

─Yo quise acompañarte ─le digo ─. Quiero acompañarte siempre y voy a hacerlo.

─Te lo agradezco ─dice Madison ─, pero tú tampoco estás bien... Aún no te has recuperado por completo de tu operación.

¡Y tiene razón!... No me agrada que te estés tomando muchos calmantes.

El doctor dijo que me los tomara si siento dolores.

¡Entonces, no me agrada que sientas esos dolores!

Inhalo y exhalo profundo.

─Estoy bien. ─Beso la frente de Madison ─. Estaré bien... Ya verás que todo va a mejorar.

Con delicadeza, dejo un beso sobre sus labios. No quiero causarle ningún dolor, y me esfuerzo para no dejarme llevar por la sensación increíble que siento en este momento.

La extrañé tanto... ¡Muchísimo!

Nuestros labios se separan, aunque quiero que lo hagan, pero eso no quita que echa un suspiro, pues el beso me llena de vida y no me la quita.

No me incorporo, sino que me quedo mirando a Madison a los ojos, tan de cerca.

Acaricio su cabeza, mientras ella también me contempla.

─Extrañe mucho ver el marrón oscuro de tus ojos ─le digo a Madi ─. La primera vez que nos conocimos, creí que eran negros.

Madison arruga su nariz vendada, y me pregunto si le siguen incomodando esas cánulas nasales.

─También recuerdo que te quedaste mirándome así, como ahora, y dijiste emocionada: «Son marrones oscuros. Qué bonitos ojos tienes» ─dice Madison con una sonrisa ─. Un poco más y me cantabas «La malagueña».

Echo una pequeña risa sin dejar de mirarle a los ojos.

─Me alegra escucharte mejor ─le digo, y beso su mejilla con mucho cuidado, pero también con mucho amor.

Madison echa una suave risa.

─Ahora tengo que llamar a la enfermera... Me dijo que lo hiciera cuando despertaras.

Esta vez me enderezo con la idea de separarme de Madison por pocos segundos.

Miro a Madison cuando me sostiene la mano.

─Estoy bien. No la necesito ─dice Madison, pero sus ojos llenos de lágrimas me preocupan ─. Te necesito a ti, Chiara.

Siento cómo mi corazón se acelera.

─Madison ─Le sonrío, aunque quiera llorar con ella.

Abrigo su mano para brindarle la tranquiliza que ella necesita.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora