Capítulo 31 | Dos noches diferentes

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Karla, la madre transexual de Daniela, sonríe al ver a su hija dar una vuelta en su mismo sitio, luciendo el vestido color crema, de cuello redondo y falda acampanada, que le regaló hace dos semanas.

Daniela se encuentra muy emocionada porque hoy conocerá a sus suegros. Emilio le dijo que sus padres organizarán una cena para este encuentro.

Karla, al ver la sonrisa de su hija, intenta callar todos los comentarios que tiene al respecto. Obviamente, ella quiere ver a su hija contenta y cómoda en su relación, pero siente la incertidumbre de lo poco que durará esa felicidad y comodidad.

Por el momento, su relación con Emilio parece estar yendo bien, pero para Karla hay un punto que no debe ser ignorado, y no es precisamente el detalle de no tener la misma edad, sino que ambos están en diferentes etapas de vida; además, llevan estilos de vida muy diferentes.

"Emilio es un hombre concentrado en su trabajo y proyectos, mientras que mi Daniela recién está aprendiendo a volar", fue uno de los pensamientos de Karla después de escuchar una anécdota de su hija la semana pasada.

Emilio había llevado a Daniela a un evento de su trabajo, porque ella forma parte de su vida. Así que, quiere hacerle conocer todo lo que a él le rodea. Daniela quedó sorprendida con todo lo que observaba allí, y cuando Emilio despareció para hablar urgentemente con un productor, Daniela se concentró en el banquete, y mientras aún continuaba viendo a su alrededor, se sintió pequeña al estar rodeada de personas más "grandes" que ella.

Obviamente, no faltaron los curiosos por la novia del joven director de cine, cuya familia es muy conocida en España. Daniela solo sonreía a cada persona con la que cruzaba miradas, y se sintió tan aliviada cuando Emilio regresó a ella. Este joven hombre le pidió disculpa por haberla dejado sola por un poco más de diez minutos, y Daniela le dio un beso suave en los labios y le pidió que le continuara platicando de su proyecto actual.

Daniela no se divirtió mucho en el evento. Por momentos, creyó que habría una pequeña fiesta para mover las caderas. Sin embargo, no lo hubo y esa parte de la anécdota se la contó a Karla con mucho dramatismo, tanto que la hizo reír.

—Estás tan preciosa, hija —le dice Karla a Daniela.

—¿Mi maquillaje también luce bien? —dice Daniela, y Karla se detiene a observar el rostro de su hija de más cerca.

Desde que la tuvo en sus brazos, siempre le gustó contemplar a su hija, la razón de su existir.

—Tus pequitas —le dice a su hija, acariciando su rostro, mientras sus ojos se llenan de lágrimas.

—Tú también la extrañas, ¿cierto? —dice Daniela, y Karla asiente con una sonrisa triste —. Llamé a mamá hace tres días, y otra vez me pidió dejarla sola.

—Hay que darle su espacio —le dice Karla.

Daniela suspira con pesar.

—Cada vez que se alarga ese espacio, duele mucho más —dice Daniela, y Karla la abraza.

De pronto, el timbre suena, e inmediatamente la emoción de Daniela regresa.

¡Vaya! Al parecer ya llegó la hora de conocer a los suegros.

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Daniela no siente nada de nervios, sino mucha emoción recorriendo su cuerpo.

—Les fascinarás —le dice Emilio a Daniela estando frente a la puerta del departamento de sus padres.

—Estoy segura de ello —le dice Daniela con una enorme sonrisa.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now