Capítulo 91 | ¿El sabor de la unión?

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MADISON

Todos quedaron sorprendidos cuando llegamos a casa con el padrino de Fabián.

Mi tía Inés se quedó atónita al ver a su compadre. El señor le pidió que lo escuchara, y entre lágrimas mi tía accedió.

Por eso, estamos aquí, en la sala de mi casa. Solo estamos Fabián, su hermana, Javier, mi tía Inés y este hombre, que sí parece estar enfermo.

Yo pensé quedarme en el patio del jardín con los demás, pero el señor también pidió hablar conmigo. Supongo que lo quiso, porque yo le ayudé a Fabián a descubre esa traición.

Recordarlo afuera del hotel con esa mujer me retuerce el estómago.

¿Pero?

Pero ya no le guardo ningún resentimiento a este hombre por lastimar a mi mejor amigo. Estoy enterada de que vino a verlo hace unos cuantos meses. Le pidió una segunda oportunidad y Fabián no se la dio.

Si soy sincera, en su lugar yo tampoco lo hubiera hecho, ya que, para mí, perdonar no significa que deje que esa persona ingrese de nuevo a mi vida.

─Pensé que no vendrías ─le dice Fabián a su padrino.

El hombre está sentado en el sillón, al frente de Fabián, mientras Javier, mi tía Inés, Valentina y yo estamos sentados en el sofá. Creo que los cinco esperamos a que el señor pueda decir algo.

Él dijo que quería conversar, pero desde que ingresamos a esta sala, sus lágrimas no dejan de caer y sus labios no dejan de temblar.

─Ojalá hubiera podido venir antes ─dice el señor ─. La verdad es que volví a Perú para verte..., aunque no sabía cómo acercarme a ti... Ahora agradezco haberlos encontrado en el cementerio.

Valentina expulsa un fuerte suspiro a mi lado. Mientras estoy sentada entre ella y mi primo, paso mi mirada entre Fabián y su padrino.

La mirada de Fabián ahora luce afligida, mientras mira a su padrino.

Eso me preocupa, porque no quiero que salga afectado. Ya es suficiente con todo lo que ha vivido.

─Me hubiera encantado venir antes...─ La voz del hombre se quiebra ─, pero estaba internado en un hospital de California, y tenía que esperar a recuperarme, aunque sea un poco.

En mi cabeza empieza a formarse varias preguntas, mientras me quedo mirando el árbol de Navidad.

─¿Estás muy enfermo? ─le dice Fabián.

El llanto de mi tía Inés revela de que sí lo está.

Valentina la abraza, mientras mi curiosidad aumenta.

¿Qué ocurre con ese hombre?

─Tengo cáncer terminal. ─Las palabras del señor me erizan la piel.

¡Mierda! Ese hombre no solo está enfermo. Él ya está en la recta final.

Javier se levanta de su sitio, y se arrodilla al lado de Fabián. Mi primo lo abraza con su único brazo disponible. Mi pecho se oprime, mientras mi mejor amigo llora en el hombro sano de mi primo.

Lo admito... El ambiente me llena de tristeza, mientras mi tía Inés sigue llorando en los brazos de su hijastra. Me acaricio el abdomen, por encima de mi camiseta, al sentir un nudo en el estómago.

─¿Tú lo sabías, mamá? ─le dice Fabián a mi tía Inés.

Respiro hondo, porque la respuesta está más que dicha.

─Le hice prometer que no te lo dijera ─dice el padrino de Fabián ─. No quería que me perdonaras solo por estar enfermo.

Se me arma un nudo en la garganta cuando Fabián llora con más fuerza en el hombro de Javier.

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon