Capítulo 10 | Mi hermanastra

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CHIARA ❁

Ya ha pasado como unos diez minutos desde que Karen me comentó que Madison y ella tienen algo que decirme.

Para mí fue imposible lograr que mis nervios no aumentaran a cada minuto.

—Oh, mira. Ahí viene Madi —dice Karen, y automáticamente miro hacia atrás para verla.

Madison lleva puesto un pantalón suelto y un polo de tiras, ambos de color celeste bebé. Ella no es de usar muchos colores claros, pero he observado que en verano suele usarlos.

—Ya se fueron —dice Madison, mientras se pone cómoda en su asiento.

—Creí que... —Paso saliva con fuerza cuando siento la mirada de ambas mujeres sobre mí —. Creí que se quedarían más tiempo contigo. Pensé que pasarías tu...

—¿Qué pasaría mi cumpleaños con ellos todo el día? —dice Madison.

—Sí —le digo, y doy el último sorbo a mi jugo de naranja.

—Bueno, decidí otros planes para este día —dice Madison, y yo la miro curiosa.

—¿Qué planes?

—Le pedí a mi padre que me llevara al campestre de su amigo. Es muy amplio y lleno de vida.

—Vaya, eso suena genial. Espero que te diviertas —le digo sonriente y con mucha honestidad en mis palabras.

—Mi madre nos acompañará.

Miro a Karen, y un huequito en mi estómago se hace presente. ¿Eso quiere decir que me quedaré sola en casa?

—Bueno, creo que podré cuidar muy bien la casa yo sola —digo, tratando ser valiente, pero estoy segura de que mi rostro expresa todo lo contrario.

¡¿Quedarme sola en esta enorme casa?! Madison y yo ya nos hemos quedado solas cuando mi papá y Karen salen a divertirse, pero... ¡jamás he estado yo sola aquí!

—Quita ese rostro de pánico —me dice Madison —. No te quedarás sola. Nadie lo hará.

La miro con el ceño fruncido.

—Ah, ¿no? —digo, y ella pone los ojos en blanco con una pequeña sonrisa.

—Vendrás con nosotros. Yo quiero... pasarla con mi familia, y tú eres parte de ella. Así que, no te excluyas nunca más. Aunque... —Ella pasa saliva con fuerza, y yo trato de que ninguna lágrima salga de mis ojos por la emoción que me embarga —, siempre he sido yo quien te excluía.

Se arma un silencio, y me siento terrible al verla con la mirada perdida en sus manos que están entrelazadas sobre la mesa.

—Yo lo lamento —dice Madison tras levantar su mirada hacia mí.

Mi respiración se acelera viendo sus ojos marrones oscuros.

Una punzada de tristeza siento en mi interior.

Es tan tonto de mi parte anhelar algo imposible.

Bueno, en tus historias se ven finales felices.

Porque son solo eso. Son historias irreales.

Madison aún continúa mirándome con detenimiento, y yo me obligo a reaccionar.

—Está bien. Yo te comprendo demasiado —le digo—, pero quiero que sepas que mi intención nunca fue quitarte el amor de tu mamá.

Madison mira a Karen, y ambas echan una pequeña risa.

—Sí, me empezaste a caer mal al creer que esa era tu intención—dice Madison, y se pone de pie —, pero ya está olvidado. Debemos continuar y comportarnos como ... la familia que somos. 

Dos algodones de azúcar sabor a... ¿prohibido?Where stories live. Discover now