Capítulo LXXVI: Rivalidad maliciosa*

1.2K 199 26
                                    

JAYDEN

Neru seguía en su mundo, como si matar a una persona fuera lo peor del mundo.

Paramos a descansar y se quitó las botas después de mucho andar.

El crío no tardó en quedarse dormido y ella solo se sentó sin importar qué se le viera todo.

Me senté, no tenía nada mejor que hacer.

—¿No sientes nada cuando matas a la gente? —preguntó rompiendo el silencio.

—Un día abres frutos secos y otros cabezas, la costumbre te lleva a que sea algo indiferente.

Abrazó sus brazos y siguió mirando hacia la nada. La seguí observando de reojo.

—Hace algo de frío —dijo.

—¿Qué quieres que haga? No hago magia.

—Igual de agradable que siempre —murmuró con cierta ironía.

—Ahórrate los comentarios.

—¿Te ofendo? —siguió hablando con ese tono fastidioso suyo.

—No seas patética.

—No se puede hablar contigo, siempre quieres discutir —se quejó.

—Yo estoy muy tranquilo, la alterada eres tú.

—Te miro y te ignoro —hizo su cabeza a un lado.

—Infantil.

—Habla el que se ofende por decirle que su pelo es una mierda —dijo sin mirarme.

—Lo que digas.

—No necesito de nadie para cuidar de mí. Si no hubieras venido no estaríamos aquí.

—¿Eso crees? —claramente ambos sabíamos que no.

—Está claro que es así. Sí, hice mal, ¿pero tú? ¿A quién se le ocurre abrirle la cabeza a un hombre indefenso?

—Ese hombre indefenso no hubiera dudado en usarte a su antojo y luego torturarte antes de matarte.

—No decía ese tipo de indefenso, ¡estaba inconsciente! —exclamó histérica.

—¿Y?

—¿Cómo que "Y"? —abrió los ojos de manera exagerada.

—Solo me aseguraba de no dejar testigos —le resté importancia.

—¿Te estás escuchando? Hablas como un jodido psicópata.

—¿Qué querías? Si dejas a un enemigo con vida solo te matará en cuanto tenga una oportunidad.

—Hablas como si fueras una máquina a la que le hubieran dado una orden y pautas que cumplir.

—No te equivoques, no obedezco a nadie.

—Dudo que acabaras en este mundo  por mero gusto.

—¿Interesada en mi vida?

Me miró unos segundos antes de hablar.

—Sinceramente no, pero considero que de algo hay que hablar.

—Entonces habla de ti.

—Mi vida no es tan interesante como la de un millonario imbécil que ha sido entrenado para matar y con el que nunca se puede hablar sin querer pegarle un puñetazo en la cara —elevó una ceja.

—Así como tampoco es la mía de que seas una drogadicta con pinta de prostituta —me miró ofendida.

Su miesda se oscureció y aumentó enfado.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now