Capítulo XLIII: Nuevo rumbo

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NERU

Bernard, el pequeño malcriado, era el encargado de hacerme sentir humillada al tener que ayudarme a cómo actuar en medio del aeropuerto.

Nos dirigimos al jet privado y al estar arriba esperé a que despegara, para colmo tenía a Jayden a mi lado.

Después de unos pocos minutos me levanté.

—¿A dónde vas? —preguntó.

—A cagar —sonreí con falsedad —. Estoy cansada de estar sentada, necesito caminar.

Estiré mis piernas.

Me paré a mitad de camino de vuelta, sentía mi cuerpo cansado. La última vez que había tomado tanta medicación, o al menos me ma habían inyectado, fue igual de desastrosa, con la diferencia de que terminé con un brazo y costillas rotas.

—Neru —la voz de Dustin llamó mi atención.

—Dustin —se acercó.

—Quería pedirte perdón porque por mi culpa estamos así —miré su brazo escayolado.

—Me alteré bastante, supongo que en algún momento volveremos a hablar de eso —asintió.

—Lo siento.

—No fue tu culpa —hizo una mueca.

Sin comprender cómo o por qué, lo abracé.

—Admito que esto me ha sorprendido —dijo en medio del abrazo.

—No creo que más que a mí —me alejé.

—A veces eres muy rara, ¿lo sabes?

—No lo creo —me sonrió de lado y sin entender por qué le devolví el gesto.

—¿Sin rencores?

—Está bien —accedí —. Sin rencores.

Se acercó y por instinto cerré mis ojos.

Imitó mi gesto y nuestros labios se rozaron.

Me besó con suavidad y yo le seguí sin entender el motivo, solo por acto impulsivo.

Nos alejamos por la falta de oxígeno, a mi cerebro le parecía bien besarse con el maldito de Dustin como si estuviera correcto.

—Momento incómodo —dijo él después de hacerse el silencio.

—No debería de repetirse.

—Estoy de acuerdo —concordó.

Nos miramos en medio del silencio que se formó una vez más.

Era extraño, nunca me lo había planteado, pero con Dustin las cosas no eran tan malas, al menos era el que parecía ser más humanitario.

Sin previo aviso y porque al parecer lo masoquista comenzaba a gustarme de más, me acerqué y lo besé.

La definición de dignidad desapareció de mi diccionario en cuanto supe que iba a vivir en esta casa.


JAYDEN

—¿Sabes dónde está Neru? —preguntó Angela.

—¿Te crees que me importa? —dije sin ganas.

—Dustin tampoco está —la miré con una ceja enarcada.

—¿Y?

—En fin, gracias por nada —se levantó del sitio de Neru y se fue.

Por mi parte dejé bloqueado el portátil, odiaba viajar tantas horas y no llevábamos ni una y ya estaba harto.

«Dustin tampoco está»

El secreto de los CliffortOù les histoires vivent. Découvrez maintenant