Capítulo LXIII: Mal augurio

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NERU

No encontraba ni a Angela ni a Meredith, se suponía que yo iba a hacer tiempo mientras ambas salían y después Meredith debería de volver y ayudarme.

Me dolía mil horrores el cuerpo, se las habían desquitado fuertemente, como si tuvieran cierta rabia acumulada desde hace tiempo hacia mí.

—Tsh —alguien llamó mi atención.

Giré con desconfianza y me topé con un tipo que ya había visto antes.

Antes de arrancar a correr, el veinteañero me agarró del brazo.

—No voy a hacerte daño —soltó.

—Sí, y yo soy rubia —solté tratando de liberarme del agarre.

—Te buscaba a ti precisamente —me liberó.

—Tú estabas en el hotel, tú nos abriste la puerta.

—Sígueme —elevé una ceja.

Antes de decir nada me volvió a agarrar del brazo y comenzó a caminar, obligándome a seguirlo mientras me quejaba interiormente del dolor.

Me llevó hasta un ascensor que se abrió después de posicionar su dedo índice sobre un lector de huellas digitales. Nos adentramos y bloqueó el ascensor para que no se moviera.

—Escucha un momento, no vengo a hacerte daño, me han encargado que te saque de aquí, no molestes, ya hay quienes se encargan de eso y no querrás salir perdiendo —amenazó.

—¿Cómo es que estabas en Grecia y ahora estás aquí? —pregunté.

—Me mandaron a vigilarte —chasqueó la lengua. Desbloqueó el ascensor y comenzó a bajar —. Estás a tiempo de volver, el amo te perdonará.

—¿Perdonar el qué?

—Nadie le declara la guerra y tú, insensata, lo acabas de hacer.

Llegamos a la última planta.

—Pero nadie tiene los huevos de hacerlo. Siendo sincero no me sorprende.

—¿Por qué muestras tu rostro? —empezó a caminar mientras me estiraba del brazo.

—A mis superiores les gusta arriesgar mi culo. Digamos que es un castigo por follarme a uno de sus números —le restó importancia.

No pregunté nada más, sentía mi cuerpo cansado, más de lo normal. Me parecía una conversación sin sentido, de todos modos.

Salimos del lugar y el frío gélido me golpeó de golpe.

Estaba nevando, mi atuendo, la bata hospitalaria, no era el más indicado para estar aquí fuera.

—Ya he buscado a tus amigas, pensé que tardarían menos en bajar por las escaleras de emergencia, pero al parecer a la molesta de gel no es muy rápida.

—¿Dónde están? —pregunté.

—¿No tienes frío? —evadió la pregunta — No importa, en el auto te puedes vestir con algo mucho más adecuado para el frío clima de Rusia.

Siguió hablando, esta vez dejé de entenderlo, su voz sonaba más alejada y difusa mientras todo comenzaba a darme vueltas y empezaba que volverse oscuro.

Identifiqué qué me pasa, alguien me había drogado, esa sensación que jamás se me olvidaría después de aquella primera pesadilla junto a mi padre.

JAYDEN

—Solo queda hablar con Lars y con Regina.

—De ellos dos te vas a encargar tú, alguien tiene que asegurarse que se haya evacuado la mansión —hablé.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now