Vista al pasado #16

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NARRADOR OMNISCIENTE

9 AÑOS ANTES

Aquel lugar le daba cierto miedo, estaba solo y el olor a hospital era desagradable.

La puerta se abrió y pasó una mujer con uniforme de enfermera, la misma que solo ignoraba sus preguntas y sus llantos de dolor.

—Vamos a dar una vuelta, te vendrá bien —aquellas palabras le dieron desconfianza.

La mujer se acercó y quitó los cables conectados a su cuerpo.

Luego, se acercó al armario y sacó algo de ropa.

—Eso no es mío —respondió con una mueca de dolor.

No mentía, lo único que había llevado era la ropa antes de entrar a ese lugar.

—No importa, póntela.

Ese tono de voz le dio escalofríos, no quería tener malos entendidos con nadie y menos con una enfermera malhumorada.

Se vistió adolorida y al acabar la enfermera se puso a hablar por el teléfono.

Esperó pacientemente unos minutos hasta que le dio la orden de seguirla.

El mundo desconocido daba miedo, apenas conocía lo suficiente y no le gustaba salir de su zona de confort.

Se alertó en cuanto la enfermera la hizo subir a un auto negro, su experiencia de películas decía que eso significaba secuestro y no quería morir sin siquiera haber llegado a la edad adulta, era su sueño.

—¿A dónde vamos? —preguntó colocándose el cinturón cuidadosamente de no lastimarse.

—A dar una vuelta.

—¿En coche? —seguía desconfiando.

—Deja de preguntar. Sí, en coche. ¿No lo ves?

—¿Por qué?

—Porque ir caminando me da pereza y cuidarte es lo suficientemente aburrido y asfixiante como para tener que caminar hasta algún parque donde puedas jugar como si fueras un infante. ¿Ya estás feliz con tu respuesta? —asintió.

—Tengo que tener permiso de un adulto para poder salir y... —no terminó de hablar porque la enfermera decidió interrumpir.

—Me lo han dado. Fin de la historia.

—¿Por qué?

—No te visita nadie desde hace semanas y me han dicho que te dé una vuelta como un perro porque nadie tiene tiempo ni quiere verte.

Eso le dolió, se sentía un segundo plato, o ni eso, se sentía el último plato que nadie quería.

La única adulta no pretendía ser su amiga y menos ayudar, odiaba su vida y trabajo y vivía amargada.

Antes de salir había cambiado su uniforme por una ropa casual y unos tacones extremadamente grandes.

Un enorme parque apareció en su campo visual y se distrajo de sus pensamientos.

Con la mirada perdida salieron del aparcamiento y no dudó en manifestar lo que pensaba:

—Es muy grande, gracias por traerme, pero no me gustan los parques y no juego en ellos desde que tengo cinco —dijo para que la chica lo tuviera en cuenta.

—Lo que digas, ahora baja y no te rompas nada o me matan en el trabajo y necesito comer a final de mes.

En un abrir y cerrar de ojos estaba abajo observando con fascinación lo que envolvía a los pocos infantes que había.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now