Capítulo CXI: Planes contradictorios

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NERU

Tener que salir con una de las trabajadoras de casa para ser vigilada era algo realmente estúpido.

Al menos obedecía en todo y no preguntaba ni se metía en asuntos que no le incumbieran.

Compré todo lo recetado por el médico y volví a aquella gran mansión de los horrores.

Debía ir a estudiar y estaba descuidando completamente eso. De todos modos no lo necesitaba, aunque eso no quitaba el hecho de que debía seguir yendo.

Sentía algunas molestias, pero algo mínimo que comenté en mi última visita médica.

—¿Está bien? —preguntó la única persona que estaba pendiente de mí a toda hora como si ese fuera el trabajo que realmente debía hacer.

—Sí, pensar en que mañana tengo clases me hace querer tirarme por una ventana.

Dejé las cosas que traía a un lado.

Observé la hora y me miré en el espejo.

Había ido a comprar algo más tarde de lo que me hubiera gustado, por lo que en unos minutos debía volver a salir.

—Supongo que vendrás conmigo —la miré —, ¿me equivoco?

—Órdenes de... —la interrumpí.

—Órdenes del viejo amargado, lo sé —mi cara de asco no se ocultó —. En unos minutos tengo que hacer algo, preferiría ir sola aunque sé que no podré.

—¿Desea un auto?

—Sí, pero no quiero a ningún chófer, lo conducirás tú.

—Siento llevarle la contraría señorita, pero esas tareas están ya destinadas.

—Klaus no está aquí y Jayden tampoco, Dustin no ordena porque nadie le hace caso y me importaría una gran mierda llevarle la contraría, por lo tanto, si los que mandan no están, puedo tomarme ciertas libertades que también me tomaría si sus presencias estuvieran —dije algo totalmente cierto —. Estrenarás ese auto nuevo que me regalaron.

—Como ordene —dijo finalmente.

—Avisa a los guardias de abajo, estaré allí enseguida.

Asintió y salió.

Que alguien hiciera las cosas por mí era extraño especialmente después de todo lo que había por medio.

Estaba técnicamente improvisando respecto a todo con lo que no contaba.

Dejé los pensamientos a un lado y salí de la habitación.

La claridad y el fuerte sol de afuera me daban ciertos mareos, dejándome mil veces más sensible a todo de lo que realmente era.

Puse unas gafas de sol para tratar de evitar que mi cara de asco se notara más de lo usual.

Con el pequeño bolso con lo indispensable y con un cierto look de bad girl, salí por segunda vez en el día de aquella mansión. Ir así sería lo común a excepción del motivo por el que hoy lo haría.

—Génova me llevará —dije a uno de los guardias que iba a abrir la puerta para mí —. Y evitemos una discusión.

No respondió nada, la muchacha fue quien entró en mi lugar y yo entré de copiloto luego de que abrieran la puerta para mí.

—¿A dónde la llevo? —preguntó.

—Sigue mis indicaciones —apoyé mi cara en mi mano y observé la ventana.

El camino se hizo corto, cuando no había nadie Génova hablaba de sus estudios como enfermera antes de terminar en este horror.

Al menos conseguía que olvidara dónde estaba.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now