Vista al pasado #5

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NARRADOR OMNISCIENTE

24 AÑOS ANTES

Un año casada con un despiadado hombre, ese era el tiempo que llevaba.

Tras sufrir otro castigo más, junto la primera esposa de aquel hombre, seguían ahí, de rodillas, resistirse no haría nada fácil.

Fingir que ese estilo de vida le gustaba era más fácil que vivir tratando de huir.

—¿Crees que nos estará vigilando?

—No lo sé —se limitó a responder.

¿Cómo había hecho ella para aguantar seis años con ese ser?

Pronto habría una tercera, ninguna de las dos le habían dado hijos todavía, él tenía una obsesión con ser el primero en tener descendencia.

Fingir disfrutar de esa horrenda vida era lo más fácil que se le ocurría. Sabía que nunca engañaría a su cerebro, apenas tenía diecinueve años y su vida había sido condenada en cuanto fue vendida.

—No me encuentro bien —dijo la mayor de las dos.

Para sorpresa de ambas comenzó a vomitar.

—No me jodas, no puedo estarlo otra vez.

Con ese iban cuatro, de los que ninguno llegaba a los tres meses.

—Será una alegría para la casa —dijo con falsa felicidad.

—Estás enferma, no entiendo como te puede gustar esto. ¿No ves que solo nos usa como objetos?

Sabía que tenía razón, pero, ¿qué podía hacer?

Su padre prefirió venderla antes de ser asesinado, que aceptar tener que dejarle todo a ella como única heredera, siendo quien debía escalar en la jerarquía.

—No sé de qué me hablas, nosotras mismas nos hemos buscado esto.

—No es mi culpa que al jodido enfermo de mierda se le diera por pensar que estábamos puteando en vez de estar en la alberca. Es mi casa, suficiente es que no pueda pisar la maldita calle.

—Deberíamos de habernos tapado más —dijo sabiendo que sus propias palabras le daban asco.

—Vivo aquí, debería de poder ir desnuda si me sale de donde me tenga que salir. ¿Qué mierda dices? Ahora resulta que también controla mi maldito cuerpo y no me había enterado.

—No hables así —regañó, se iban a meter en más problemas.

—¡Ven aquí hijo de puta! —gritó la otra.

—No hagas eso —dijo alerta —. Nos castigarán por desobediencia.

—Pues que me mame el culo la obediencia.

La más desobediente estaba claro quién era, a lo que nunca sabría si era por la verdadera historia tras el matrimonio que mantenía con el mismo hombre que ella o si simplemente lo hacía por molestarlo porque no podía hacer nada más en su contra.

—No hables así —trató de calmarla.

—¿No lo entiendes? Ya no aguanto, solo me destrozo por dentro.

—Tienes que cuidarte, es importante que te calmes.

Lo único que provocaron sus palabras fue que empezara a llorar.

El despiadado apareció, desde hacía meses decidió pasar más tiempo para vigilar a sus dos esposas.

—¿Nunca aprendes o te gusta que te rompa un nuevo hueso cada vez? —se acercó a la que lloraba y le soltó una bofetada.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now