Capítulo LXXXII: Corona problemática

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DUSTIN

Padre se sentía orgulloso al pensar que mis manos habían asesinado a una pobre mujer que solo quería justicia para su hija.

Jayden solo me usaba porque algo escondía y por más que lo negara ambos lo sabíamos.

Po otro lado, Meredith, Angela y Bernard se encontraban en la misma situación que yo. Padre estaba por comentar las notas que ya suponía; si llegaba a aprobar sería por Neru, la misma que llevaba todo el día encerrada y sin hacer ruido.

—Meredith lo de siempre —dijo Padre. Fastidiosa o no conseguía notas bastante altas —. Alguna excepción que debe subir. No me gustan los ochos.

Le dio su informe.

—No te oigo —dijo él.

—Así será —Padre la amenazó con la mirada —. Así será, Padre —se corrigió.

—Dustin —me llamó —, me sorprendes incluso cuando ya sé cómo son las cosas —dio el informe —. Al fin tomas ejemplo. Eres al que mejor le ha ido —todas las miradas recayeron sobre mí.

—Gracias, Padre.

—Se habrá copiado —dijo Bernard — o quién sabe que cosas.

—Yo a tu edad no tenía la mente tan sucia —dijo Angela —, pero pienso lo mismo. Dustin no saca las peores notas, pero tampoco las mejores.

—¿Acaso nadie piensa que soy capaz de tener un puntaje alto? —pregunté, aunque no se equivocaban.

—No —dijo Meredith —. No es justo que te copies.

—Tramposo —se quejó Bernard.

Los ignoré.

—¿Y yo? —preguntó Angela — ¿He suspendido alguna?

—Todas —corrigió Padre —, nada nuevo en ti.

—Pero si nunca suspendo deportes ni arte —se quejó.

—Bernard —Padre continuó hablando e ignoró a Angela —, lo de siempre.

—Así continuaré, Padre.

—Angela es un caso perdido, Bernard debe seguir así, Meredith debe mejorar y Dustin... —esperé atento a sus palabras — Eres otro caso perdido —no dijo nada que me sorprendiera —. Eso es todo, fuera todos menos Meredith.

Angela, y la nueva silla de ruedas eléctrica con la que se desplazaba, fue la que tomó la iniciativa en irse.

Bernard tampoco perdió el tiempo y yo no me quedé atrás.

Me quedé a escuchar. Sabía que algo extraño más allá de saber lo que Meredith había admitido.

—Ya dije que lo del otro día no se repetiría y que no sería más rebelde —Meredith se apuró en hablar. Quedarse con Padre significaba un castigo o lo más parecido a este.

—Dale las notas a Neru —ordenó.

—¿Yo? —preguntó con sorpresa — La última vez mira como me dejó. Tengo la cara llena de arañazos y heridas y casi me obliga a hacerme una rinoplastia.

—Justamente por eso. Le he dado un poco de su medicina y date tu lugar ante una rastrera. Decepcionante que saque mejores notas que tú.

—Seguro también se habrá copiado. No es como que haya estudiado mucho —su tono reflejaba cierta molestia.

—Me da lo mismo. Ve y hazlo.

—Enseguida, Padre —su tono delataba las pocas ganas que todos sabíamos que eso provocaba en ella —. ¿Puedo preguntar el motivo?

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now