Epílogo

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Intervención que molesta pero dejaré:

Lean la nota del final y dejen sus dudas y las que pueda responder lo haré, las otras ya entenderán por qué no las respondo (en caso de verlas, igual siempre intento ver todo lo que dejan).

Dejo de interrupciones y dejo esto último por aquí.

EPÍLOGO PENDEJO DE PERSONAS PENDEJAS

NERU

Por primera vez en mucho tiempo sentí el canto de los pájaros.

Mi espalda quemaba, el sol daba de lleno y probablemente había dejado una marca roja causada por este.

Recobré la conciencia lentamente, mi estado era claro, desnuda y boca abajo.

Ayer dormí después de tanto tiempo.

Abrí mis ojos y giré con mucho cuidado, me dolían algunas partes del cuerpo.

Me levanté de la cama y vi a las personas que me acompañaban.

No era gran fan de las orgías, pero esta vez estuvo bien, lo mismo que dije muchas veces antes con estas mismas personas.

Fui a darme una ducha, dejando al resto dormidos, al salir me vestí con algo cómodo. Eran poco más de las cinco.

El mes de octubre había llegado.

Hoy se cumplía poco más de un año desde que llegué al pueblo.

Salí vestida y me dirigí a lo que quedaba del salón. Todo estaba destruido y llevábamos estos seis meses viviendo entre estos escombros en el sentido literal de la palabra.

Varios metros a lo lejos vi a alguien y me acerqué.

—¿Qué haces despierto? —pregunté a Bernard.

Estaba sentado encima de un pilar que seguía en el suelo desde que fue derrumbado por la gran batalla.

—No te importa —respondió.

—Llevamos viviendo solos desde hace seis meses, eso debe influir en algo, ¿no crees? —me senté a su lado.

—No hay nadie —me miró —, no desde ayer. Los últimos que quedaban están muertos.

—Sí, teníamos que celebrarlo —alzó una ceja —. ¿Mucho ruido?

—Repugnante —frunció ligeramente la nariz.

—¿Tienes hambre? —asintió.

—Las reservas de comida que Padre tenía se han acabado.

—Aguanta unas horas, nos vamos a un lugar especial.

—¿Para qué?

—Hemos acabado con todo esto, hemos luchado hasta el final y necesitas un descanso, yo debo seguir trabajando, a lo que me dedico no hay días libres.

—Neru... —me llamó en un tono bajo.

—Dime —hizo una mueca.

Se levantó y siguió con su mirada atenta.

Quise preguntar, pero fue suficiente cuando se acercó a darme un abrazo.

—Bernard, yo no te voy a dejar solo —aseguré —. Eres el que menos quería que sufriera porque nunca tuviste nada que ver en este asunto.

Acaricié su cabello.

—Me sigues cayendo mal —dijo y me pareció tierno.

—Llevas un año diciendo eso, no le diré a nadie que me tienes aprecio.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now