Capítulo LXXXVII: Más allá de la valentía

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NERU

—¡Felicidades a una de las más perras de todas! —Dayanel me abrazó con fuerza casi asfixiándome.

—Que corra el aire —dije alejándolo —, Dayanel, me vas a ahogar.

—Ya parece que tengo más ilusión yo de tu cumpleaños que tú misma —se separó.

—No me hace ilusión hacerme más vieja —aseguré —. Además, tengo hambre.

—No te preocupes por eso. ¿Tienes vestido para esta noche? —preguntó.

—No quería vestido, pero sí.

—¿Te viste tan perra que no pudiste resistirte?

—¿La verdad? Sí —seguí su tonta broma.

—Confirmo —dijo Adela —. Neru debería de compartir el hack para que podamos vernos bien con cualquier cosa.

—¿Y Malena? —Angela se dio cuenta de que no estaba.

—Nos espera en el lugar secreto donde vamos a comer. Se asegura de que nadie nos quite la mesa.

—¿A dónde nos llevas a comer? —pregunté.

—Ya lo verás. Es una de las cosas que más te gusta —aseguró.

—Dudo que lo sepas.

—Es bastante obvio —dijo Adela —. Además, te hemos hecho preguntas trampa para sacarte la información —guiñó un ojo.

—Angela —la miré.

—Es por un bien conjunto —se excusó y todos reímos —. Además tenemos a un rey de la fiesta con nosotros, ¿qué va a salir mal si está todo preparado?

Comenzamos a caminar.

—¿Va a haber mucha gente? Odio la multitud —hablé.

—¿Mucha gente? Por supuesto, se siente, es una fiesta —respondió Dayanel.

—No seas aburrida. Aquí las fiestas lo son a lo grande. No cualquier cosa con alcohol, música, gente, colores, humo y drogas. Estamos hablando de algo legendario. Además, haremos que sea inolvidable.

—No me gusta como suena —dije.

—No soy de fiestas —dijo Angela —, pero es tu cumpleaños y solo por eso me pondré a perrear como si no hubiera un mañana.

—Tienes una pierna rota —recordé.

—Pues perreo con las muletas.

—¿Soy la única que piensa que es mala idea? —insistí.

—Sí —dijeron a la vez.

Dayanel nos abrió la puerta haciendo una reverencia como todo el idiota que es.

—¿Hace falta este numerito? —pregunté.

—¿Cuándo?

—¿Cuándo, qué?

—¿Cuándo te pregunté? —elevé una ceja.

—Hablo en serio.

—La idea fue de todos. Si te vas a enfadar como una gruñona te esperas a mañana. Hoy sales. Hoy es noche de disfrutar. Hoy es tu día. Hoy eres la protagonista del día y de la noche y como vuelvas a contradecirme te comes mi zapato.

—Bien —levanté las manos en señal de rendición.

Miré a ambos lados. No había mucha gente.

Lo abracé y se sorprendió.

—Esto es nuevo.

—Gracias —susurré y correspondió.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora